Puerto de Ciutadella. Estoy repasando la cuenta que me acaba de pasar un tipo grande y moreno con pinta de balandrista: un zumo de naranja, un café con leche y una tostada con tomate y aceite, nueve euros redondos, esto es, ¡ 1.500 de las antiguas pesetas !
Abro el periódico y leo tres noticias sumamente curiosas : el conductor de un autobús ha sido detenido al ser pillado jugando al pokémon go con su móvil en plena ruta; una señora ha resultado gravemente malherida ( de hecho continúa en la UVI) tras ser atropellada por un ciclista que circulaba por la acera a gran velocidad y con los cascos de música puestos; por segunda vez se ha detectado la presencia de un dron de gran tamaño dando vueltas por la zona del aeropuerto.
Estas noticias vienen en letra pequeña, pues las letras grandes están destinadas a la que ha conmocionado a medio mundo : el degollamiento – grabado en video- de un cura católico en Normandia.
En la tele del bar, que oigo desde la terraza, unos tertulianos se indignan por que el ex-presidente de la Comisión Europea que organizó todo el «rescate bancario», el ex-presidente del Portugal que alojó la reunión tripartita que inició la Guerra Santa en Irak – a cuenta de unas «armas de destrucción masiva» documentadas tan exhautivamente como los misiles rusos de la célebre novela Nuestro hombre en la Habana , de Graham Green-, el señor don José Manuel Durâo Barroso , ha fichado por la agencia Goldman Sachs que tanto tuvo que ver en el comienzo de la crisis de 2008.
Pago la cuenta, pero renuncio al viaje en barco que tenía previsto. Y recuerdo estos versos del poeta de Alaior Ponç Pons en su Terra d´adeus: “Prest serem souvenirs mohicans i estrangers”.