Hay un señor de coleta cana y gafas de sol de aviador que nunca sale de la sombra de una sombrilla de la piscina del hotel. De vez en cuando , mira su reloj de pulsera, cierra el libro que está leyendo y un enorme cuaderno en el que dibuja y toma apuntes, y se tira al agua. Hace unos cuantos largos, sale , se seca vigorosamente con una toalla y vuelve a su sombra.
Hoy, mientras nadaba, he aprovechado que se había dejado el cuaderno entreabierto y he visto escrito en grandes letras: UMBERTO ECO E IL UR-FASCISMO.
La verdad es que no me he sorprendido, pues desde que se murió este prolífico polígrafo italiano, más allá de las alabanzas y reconocimientos académicos e institucionales, desde puntos de vista supuestamente más críticos viene recibiendo un varapalo tras otro. Lo curioso es que la mayoría de los varapalos son ad hominem ( o sea sobre su persona o su modo de vivir) y pocos discuten su obra… dejando a salvo quizás al señor de la sombrilla.
Lo cual que la mayor parte de las supuestas críticas se van por los cerros de una envidia manifiesta y culposa. Envidia por haber hecho de la semiótica una marca comercial y hasta una cátedra (Tratado de semiótica general) , envidia por haber jugado con los registros cultos convirtiéndolos en hazmerreir de listillos (Diario mínimo), envidia por ser un novelista de éxito- El nombre de la rosa et alii- ( que para más inri escribía algunos de sus originales directamente en inglés y, encima, se convertían en films con más éxito todavía),envidia por, consecuentemente,ganar mucho dinero ( y poder comprarle «collares muy caros a su mujer», sic, si cita requerida, buscar en google), envidia , en fin, por ser un » bon vivant» y no un mero profesor enjuto y algo amargadillo por la cosa del ser en cuanto que tal.
O sea, ENVIDIA. Que es lo que se me ha ocurrido poner en el cuaderno del señor de la sombrilla, pero que no he puesto porque el italiano, de tan parecido a esta lengua franca en la que escribo, da lugar a muchas faltas de ortografía – algo que no me puedo permitir por mor intelectual de mínimo común denominador.
Así que me he tirado en plancha a la piscina por ver si el agua licuaba mi ortografía- y de paso la del señor de la sombrilla.