Siracusa. Via Trento. Hemos llegado tarde a comer, pero la sonrisa lo ha podido todo. Acabo de terminar mi pez espada con mozzarella y tomatitos. El que parece ser el dueño de la trattoria se acerca , secándose las manos con el mandil. » Tengo una curiosidad, ¿ de dónde son ustedes?» – pregunta en italiano. «De Bilbao…en el norte de España» respondo en lo que puedo.»Así que españoles…Por aquí los españoles estuvieron mucho tiempo; bueno primero los aragoneses y luego los españoles…No era buena gente…Sabe usted, Sicilia siempre ha sido una colonia». Me quedo sin saber qué decir ( aunque tendría para un par de horas) y el siracusano se percata: » Bueno , pero ahora todos somos Europa…»
En efecto, Sicilia fue incorporada al Reino de Italia, poco más o menos al mismo tiempo que las Vascongadas y Navarra al Reino de España y desde aquel momento ha habido en la antigua Trinaclia un movimiento reivindicativo independentista que se moderó al final de la segunda guerra mundial, al pactar los yankis ( con quien ya se puede adivinar) la invasión desde estas tierras a cambio de una cierta autonomía que todavía se conserva en muchos ámbitos y que los sucesivos gobiernos demócrata-cristianos mantuvieron sin rechistar.
El año pasado, en Cefalú, un colega del antiguo PCI me echó un buen chorreo por preguntar por la situación del independentismo sículo, negando que hubiera algo así como un idioma siciliano y afirmando que Sicilia fuera de Italia ( ya Reppublica Italiana) volvería a ser pasto de las viejas oligarquías que, todavía, cuando pueden, campan a sus anchas.
De todo lo cual doy fe, siendo testigo el café americano que me he pedido por si acaso, a las dieciséis horas y once minutos, en la ciudad en la que Arquímedes dijo su famoso » EUREKA».