He recibido un email ( nietzscheano)

 

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Esta mañana he recibido un email de una lectora asidua que tiene todas las posibilidades de convertirse en una de aquellas “cousines  d´alliance” a la manera de Montaigne. El mensaje transcribe un largo párrafo del Humano, demasiado humano de  Nietzsche. La cosa tiene su mérito, pues por  emails anteriores me consta que esta lectora es una feminista ilustrada , aunque quizá por eso mismo a lo mejor habrá  comprendido que tras la misoginia atribuida al filósofo alemán se ocultaba el deseo de conocer un tipo de mujeres que todavía no existía ( bueno, parece ser que sí encontró una, Lou Andreas-Salomé, pero no se quiso casar con él  y prefirió a Paul Ree). La cita es larga, como he dicho, pero merece la pena y por eso la transcribo entera.

Dice así: “En definitiva, uno viviría  entre los hombres y consigo como en la naturaleza, sin elogios, reproches, acaloramiento, disfrutando como de un espectáculo de muchas cosas hacia las cuales hasta entonces sólo tenía que temerse. Se habría uno desembarazado  del énfasis y ya no sentiría el aguijón del pensamiento de que no es sólo naturaleza o más que naturaleza. Por supuesto, esto requeriría, como queda dicho, un buen temperamento, un alma afianzada, indulgente y en el fondo contenta, un humor que no precisara estar en guardia contra las perfidias y los súbitos arrebatos, y que en sus manifestaciones no tuviera nada de tono gruñón ni de encarnizamiento, esas molestas propiedades consabidas de perros y hombres viejos desde ha mucho condenados”.

El párrafo se las trae y, desde luego da mucho para reflexionar , sobre todo en estos tiempos de embolia democrática. Pero también evoca esa utopía del hombre natural como opuesto al civilizado, tan típica y tópica  de nuestra cultura occidental; ese ser elogiado por Rousseau y todos los rouseaunianos posteriores ( incluido Claude Levi-Strauss) que de facto conocieron versiones buenistas de «los salvajes». Robert Louis Stevenson en su libro sobre los mares del sur cuenta, como contraste, que el hombre natural empírico que conoció se solía comer naturalmente a sus semejantes ( a los que denominaba » cerdos largos»). Pero, en fin, ese ya es otro cantar.

N.B. Tras leer el mensaje he ido a comprar el pan y un petimetre del siglo XXI que pasaba a mi lado con  uno de esos microperros tan de moda, ha hecho volar la colilla encendida de su cigarrillo por delante de mis gafas. Lo cual que no lo he podido contemplar como mero espectáculo y me han entrado ganas de volverme  un indígena de las Islas Marquesas del siglo XIX.

Publicado por

Vicente Huici

Sociólogo, neuropsicólogo y escritor.

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