Abro el ordenador, lo enciendo y una cálida nota en segunda persona me indica que se están llevando a cabo unas «actualizaciones». Al cabo de media hora desisto y apunto la anotación que quería hacer en el cuaderno que me suele acompañar.
No tengo sentimientos luditas. He aceptado la revolución cotidiana que ha supuesto la invasión del mundo electrónico como inevitable, pero es cierto que cada vez me sorprenden más las limitaciones que surgen junto a sus ventajas. El whatsapp me permite una comunicación fluida con la familia y los colegas y el uso de facebook ha sido la ocasión retomar el contacto con amigos y conocidos que hacía mucho tiempo que no veía.
Pero luego, de pronto, surgen las sorpresas: ahora resulta que se puede saber si tus mensajes han sido leidos o no y uno puede especular ( la mayor de las veces malévolamente ) sobre porqué han sido contestados o no; o puede aparecer una foto tuya de cuando no te parecías en nada a lo que ahora ( dices que )eres; o, tus alumnos ya no atienden a las explicaciones que das a partir de un power point ( ¡ caíste, Maciste!) pues lo que quieren es directamente una copia del power point , o ,simplemente, si te atienes a la pizarra de tiza, miran al techo hasta que terminas y luego va uno de ellos saca una foto del esquema y la distribuye entre todo los demás con un simple clik…
Dice la psicóloga americana Sherry Turkle (1) que smartphones,tablets y ordenadores balizan nuestra vida hasta el punto de que no solamente están cambiando nuestra manera de hacer, sino también nuestra manera de ser : vivimos para ellos y por ellos , olvidándonos de que tienen que estar a nuestro servicio.
Pensando en sus palabras me resulta inevitable recordar al super-ordenador HAL Serie 9000, uno de los protagonistas de Una Odisea del Espacio, de Stanley Kubrick, que era el encargado de controlar las funciones vitales del Discovery, y que, a pesar de ser una computadora heurística (lo cual le hacía muy semejante al pensar humano) estaba configurado «fundamentalmente» para cumplir sin objeciones la programación y por ello para eliminar a los humanos que dudaban o eran escépticos, considerándolos «mecanismos fallidos»…
Por eso quizás me ha dado por dibujar y escribir a mano de vez en cuando : retomar la elementalidad del lápiz me consuela y mucho ( y me evita las tendinitis de mis alumnos cuando cada uno o dos meses tienen que escribir sin teclear)
(1)/www.ted.com/talks/sherry_turkle_alone_together?language=es