Estamos comiendo con unos amigos catalanes en Casa Cañas , en Arnedillo. El termómetro apenas si llega a los quince grados y cae un tenue sirimiri por lo que hemos renunciado a bañarnos en las pozas termales. Si acaso luego iremos al balneario.
Mientras doy cuenta de unas pochas excelentes, Pep y yo , siguiendo un antiguo ritual, charlamos un poco sobre política. Pep comenta que en realidad la CUP es una reverberación anarquista con poca vocación de hacer país o nación si eso significa más Estado. Su destino, dice, es popular, municipal, comunal, y por ello, por la inmediatez que destila, ha recibido tanto apoyo. Él , que es un politólogo de altura, ve en esta agrupación electoral el germen de algo verdaderamente nuevo a diferencia de los llamados partidos emergentes que califica de «más de lo mismo».
Me dice también que está preocupado por el descenso electoral de Bildu en los próximos comicios vascos y no tanto porque comulgue con ellos sino por el desasosiego que pueda ocasionar ante la evidencia de que las vías políticas son lentas y complicadas.»Nada más oportuno», dice, «para adoptar medidas extraordinarias en Cataluña que una llamada al monte en Euskadi». A mí no se me había ocurrido.
Llegan las chuletillas de cordero y, cambiando de tercio, Pep , que se fija mucho en estas cosas, me comenta lo curioso de las señalizaciones de la autopista por la que han venido. Se trata de la AP-68 y se supone que es la Vasco-Aragonesa , o sea, la Bilbao-Zaragoza. Pues bien, según Pep en las carteles aparecen todos los destinos posibles: Tudela, Logroño…hasta Burgos, pero no llegan ni a los dedos de una mano las indicaciones sobre Bilbao. De hecho, si se toma la entrada de Calahorra se ha de deducir que Bilbao está entre Logroño y Santander. Sonreímos porque sabemos que la elusión es para la sonrisa mientras que la edulcoración es para la carcajada: le recuerdo que en mis primeras lecturas infantiles Caperucita Roja se llamaba Caperucita Encarnada y que , incluso cuando hice la mili, la ensaladilla rusa recibía en el menú del cuartel el nombre de «Ensaladilla Imperial» para conjurar todo atisbo de ateísmo y comunismo.
Renunciamos al postre y pedimos un café ( lo de «copa y puro» lo dejamos hasta la próxima reencarnación).Ya es hora de volver. Nos despedimos con la garantía de que de ser necesario obtendremos los visados correspondientes.
N.B. He comprobado que el Pep tenía razón respecto de las indicaciones de la AP-68: hay que deducir que Bilbao está entre Logroño y Santander…