En el año 2004, publiqué estas breves líneas…que, desgraciadamente, se han puesto de actualidad:
«En su colección de ensayos breves titulada En esto creo, cuenta Carlos Fuentes que, viajando por el estado mexicano de Morelos, perdido en un laberinto de montañas, arrozales y cañaverales, se detuvo para pedirle a un anciano campesino el nombre del lugar en el que se encontraba. “ Depende – contestó el viejo- . El pueblo se llama Santa María en tiempos de paz. Se llama Zapata en tiempos de guerra”.
Fuentes toma como excusa esta anécdota para divagar acerca del tiempo propio de las comunidades de culturas complejas como es el caso de la mexicana, dedicándole, página adelante y atrás, una serie de reflexiones de singular semejanza a las realizadas por Octavio Paz en su Laberinto de la soledad. México y lo mexicano aparecen aquí – y allá – como una mixtura de culturas indígenas e hispanas, de caciquismo y revuelta, de república partitocrática y militarismo civil.
Pero México también es mano de obra barata. Y no sólo internamente – la de los restos de los pueblos indígenas, como los mayas, respecto de los mestizos o de los criollos ( si es que todavía los hay) – como puede observarse en cualquiera de los resorts de la Riviera Maya, sino, y sobre todo, para los Estados Unidos de América: tan sólo en el estado de California viven doce millones de mexicanos, según Saúl Sebastián, crítico cultural de La Voz del Caribe.
Así que, según parece, lo tendrían difícil los gringos, si , por arte de birlibirloque desaparecieran del Imperio todo los mexicanos y mexicanas que limpian las calles, recogen la basura, sirven en los restaurantes, cuidan a los bebés y sacan a pasear a los ancianos. Esta es precisamente la tesis del film A day without a Mexican / Un día sin mexicanos , falso documental – o mocklumentary , como lo llaman por allí – de Sergio Arau que está batiendo records de taquilla equiparables a los de otro mocklumentary famoso: Farenheit 09/11 de Michael Moore.
En fin , que , en viéndolas venir, habría que preguntarse quiénes son los mexicanos que pululan por la piel de toro, esos de los que , sin darnos cuenta , ya no podemos prescindir y sobre los que algún día alguien hará su particular A day Without..»