Esta mañana he coincidido en el ascensor con la vecina del quinto que acaba de ser madre. Bajaba con su niña que se llama Itziar y que iba muy tapadita en su cochecito. Durante el corto trayecto, Iztiar no ha dejado de mirarme fijamente con unos enormes ojos marrones – «Es que le gustan mucho las barbas» ha dicho su mami.
Después nos hemos despedido y yo he comenzado mi largo paseo por Abandoibarra. Y he estado pensando que esa niña pronto será escolarizada, que se volverá adolescente, que quizá vaya a la universidad, que luego buscará un trabajo, que conocerá a alguien…y que yo ya estaré criando malvas: esta horizontalidad que ahora nos embarga en la simultaneidad de la globalización y las redes sociales nos hace en ocasiones perder el sentido de lo histórico, que , sin duda , es proyectivo y abstracto…pero es. Mucha gente celebró las palabras que dirigió en su testamento el conocido neurólogo Oliver Sacks cuando afirmó que había sido muy feliz y que ya no le importaba lo que viniera después de su muerte…Hasta que Marta , en una tertulia dijo: «Está claro que no es padre, que no tiene descendientes…»
En mis clases suelo comentar con los estudiantes aquella definición que propuso Aristóteles : el ser humano es un zoon politikón , o sea un animal social que necesita del grupo para sobrevivir. Y también hablamos de cómo Aristóteles excluyó del núcleo duro de esta definición a las mujeres, a los niños, a los esclavos y a los extranjeros ( «bárbaros» que decía el filósofo).Y, otro sí, y para concluir, que a aquel núcleo duro primigenio se han ido sumando casi todos los excluídos salvo, tal vez, los bárbaros, transmutados ahora en inmigrantes. Y se han sumado, sí, por la dinámica del propio sistema social, pero también por las luchas que han mantenido muchos colectivos por acceder a nuevos derechos. Sin duda , la píldora ayudó y mucho a que las mujeres dejararan de ser sólo paridoras, pero no menos las sufragistas.
Pero , hoy en día, los derechos se dan por conseguidos, sin percatarse de que no los hubo y de que se pueden perder. Y tan sólo la mirada de un niño nos lo puede recordar pues en ella va una importante pregunta que , creo, deberíamos tener siempre en cuenta…¿Qué mundo nos váis a dejar?
Y en estos delicados pensamientos estaba, cuando una bicicleta ha pasado a toda pastilla por mi izquierda ( y no suelo ir por el carril-bici) y ante mi protesta, he recibido una higa por respuesta…Hau mundu inmundue!