Tras la discusión del martes sobre el traído y llevado Informe PISA, me he dado cuenta de que , en realidad, estábamos hablando sobre números. Números de años ,de edades y de porcentajes, relacionados con seres humanos, que es lo que atisbamos a pensar que son los y las estudiantes.
Y me he acordado del gran debate que tuvo lugar en el siglo pasado cuando Max Weber decidió optar por la distinción entre comprensión y explicación, propuesta por Wilhelm Dilthey.
Esta distinción conllevaba a su vez lo que se podía hacer en las Ciencias Humanas y Sociales y en las Ciencias Naturales. Así, para Dilthey, estas últimas se referían a procesos repetitivos y regulares- hoy ya sabemos que no tanto- como la órbita de los planetas o de los electrones- por lo que se podían deducir leyes y dar explicaciones. Sin embargo, las primeras, al referirse a los seres humanos, cuya conducta es harto imprevisible, debían esforzarse en comprender por medio de modelos aproximativos sin poder generar ningún tipo de leyes. Así las Ciencias Naturales pretenderían la objetivación de lo objetivo y las Ciencias Humanas y Sociales la objetivación de lo subjetivo. Pues al fín y al cabo,un ser humano no es un electrón.
Por supuesto, los partidarios de la Ciencia con mayúsculas que piensan que todo se puede reducir a guarismos, no admitieron tal distinción y pretendieron continuar midiendo con cifras lo cualitativo , que es lo propio de los seres humanos…
Y yo me pregunto si no sería sugerente volver a poner encima de la mesa este debate, sobre todo en esta sociedad nuestra aparentente tan avanzada -hasta con innovadoras instituciones de nombre anglosajón- pero que continúa embelesándose con los cuadros estadísticos para bien y para mal, aprovechando de paso para poner en circulación todas sus fobias y manías.
¿O es que , en el fondo, se piensa que los seres humanos son como los electrones?