Me ha vuelto la murria de la literatura autodiegética, esa que se manifiesta en diarios, dietarios y confesiones y me he tumbado en el sofá con las magníficas memorias del escritor norteamericano John Dos Passos – Años inolvidables – que son muy energéticas ( aunque algo pomposas).
En la primera parte, Dos Passos describe cómo se hizo socialista, al calor de la causa internacionalista que le llevó a alistarse como voluntario de los aliados en la I Guerra Mundial.
«En la primavera de 1917 algunas personas cogieron el socialismo como otras cogían la gripe» afirma retrospectivamente con ironía. Pero, unas pocas páginas más adelante, ya bajo la tormenta de Verdún, y aun confesando su vocación quintacolumnista anti – capitalista, se le ve entusiasmado con el fragor de la guerra, con la inminencia de la muerte, circulando entre las trincheras como un «bateau ivre», sin saber que sus sentimientos son paralelos a los que describirá más adelante Ernst Junger en Tempestades de acero.
Hay en esta borrachera guerrera una simplificación básica,elemental: no es tiempo de discutir sino de actuar. Y si alguien quiere reflexionar, matizar,se le deja muy claro que «con no molestar ya bastar».Eso antes de convertirse en «enemigo» declarado.
Supongo que este tipo de adhesiones se producen siempre que se piensa que se está en guerra. Yo, al menos, así lo viví durante la clandestinidad anti -franquista, aunque en ocasiones me resultó muy difícil aceptarlo ( y tuvo sus consecuencias. Quizá por eso algunas de estas adhesiones incondicionales y acríticas que veo a mi alrededor me resultan incomprensibles, y tanto más cuando provienen de gentes que siempre han visto los toros desde la barrera.
El mismo Dos Passos, poco antes de volver a América, confiesa también su propia y posterior incomprensión: «Recuerdo especialmente la noche que estuve sacando de una sala de operaciones cubos llenos de brazos, manos y piernas amputadas. ¿Quién podría seguir aferrado a sus opiniones dogmáticas delante de aquellos patéticos residuos de una humanidad despedazada?Después de aquella noche el mundo nunca me ha vuelto a parecer tan completamente en blanco y negro…»