En las páginas finales de su interesante libro dedicado a Nueva York ( 1930), escrito tras un viaje al poco de producirse el Gran Crack del 29 de octubre – que tantos han comparado con el de 2008- , Paul Morand comenta: «No se puede hacer nada contra un diario americano, aunque fuese uno Dios».
No conviene descontextualizar estas palabras y menos a quien las dice, pues Morand fue un escritor muy francés y muy conservador, que se distinguió como anti-semita, participó en el Gobierno de Vichy, se exiló en Suiza y no fue «perdonado» hasta 1953, siendo recibido en la Academie Française en 1968, una vez levantado el veto expreso del general De Gaulle .
Ahora bien, si para Morand los periódicos, y la prensa en general, eran productores «de esas cosas ficticias llamadas noticias», también les concedía el poder cuasi divino arriba mencionado. Y todo esto puede venir al pelo, por supuesto, de los tira-biras que ahora mantiene el nuevo presidente Donald Trump con la prensa – sobre todo con The New York Times– que no cesa de combatir su, precisamente, endiosamiento twittero.
Pero, como proyección en estos lares, las palabras de Morand, a contrario sensu, podrían servir para reflexionar sobre la importancia de nuestros medios de comunicación en la conformación de eso que denominamos la realidad, a través del «régimen de las noticias» ; pues casi nadie puede ya sino aportar un testimonio muy personal de lo visto y oído, un testimonio que parece carecer de toda «verosimilitud» frente a la enorme capacidad aseverativa de la radio, la televisión y las redes sociales.
Se hace eco Paul Morand también , entre las páginas citadas, de una frase de Goethe, que decía, cuando las gacetas no aparecían más que una o dos veces por semana, «que preveía días terribles en que aparecerían tres veces al día…»
¿Y ahora, querido lector, querida lectora, cuántas veces al día estamos pendientes de esas noticias? ¿O acaso hay algún momento del día en que no lo estemos ? Y lo que quizá sería lo más importante: ¿Para qué? ¿Para qué exactamente estamos tan pendientes?