Tras estas jornadas trabucaires, en las que, al calor de ese programa de ETB1 que a partir de ahora llamaré «El innombrable», el personal se ha disparado en dimes y diretes de tirios y troyanos, ayer por la tarde decidí prolongar mi paseo vespertino por las orillas del Deba. Mientras escuchaba en la oscuridad las aguas rumososas de este río azaroso, un viento de bondad me envolvió cariñosamente y comencé a aceptar algunas cosas que hasta aquel momento me habían parecido inaceptables. Enumérolas a continuación bajo la forma de decálogo, para satisfacción de vuestra siempre atenta curiosidad.
Así acepté, de una vez por todas y para siempre:
1) que las bicicletas vayan por las aceras
2) que muchos estudiantes sigan diciendo que Franco fue «un rey»
3) que el dolorismo recreativo es la clave comunicacional fundamental
4) que no hay dos sin tres haciendo el gilipollas
5) que hay muchos más conversos de todo tipo que cristianos viejos
6) que, para quien quiera escarbar, siempre hay una patria abscondita esperándole
7) que sería necesario reponer «Barrio Sésamo»( euskeraz bai ta ere) para restablecer un léxico básico
8) que a la vista de lo visto, «yo no soy Charlie Hebdo»
9) que el saber sí ocupa lugar- sobre todo en algunas cabezas.
10) que, en resumen, «por el mar van las liebres, por el monte, las sardinas»…
Aceptando todo esto- y algunas cosas más que, por pereza, me he dejado en el tintero- me he sentido, ya hoy por la mañana, un varón sesentón liberado.Así que sugiérote, querido lector, querida lectora, que hagas tu propia lista, grande o pequeña, y la guardes o nos la cuentes, según el viento que dé en tu frente…