La reunión ordinaria de la Junta Extraterritorial del Desayuno de los Martes de esta semana se ha celebrado en su sede matriz del Iruña.
Mikel ha llegado con los ojos enrojecidos y los pocos pelos que le quedan alborotados, harto de lo que sintéticamente ha llamado «la tontocracia educativa». Se había pasado casi toda la noche aprendiéndose un nuevo sofware de obligado cumplimiento para la gestión de los recursos del Departamento. » O sea, que ahora , cuando viene un estudiante ya no sólamente tengo que apuntar en mi espacio personal, cómo se llama, cuánto tiempo hemos estado, de qué hemos tratado y si vamos a volver a quedar…Ahora también he de consignar si utilizaré una videocámara o cuántas fotocopias voy a sacar…Pero lo peor no ha sido eso, no, es que además he tenido que asistir durante la semana pasada a un curso de actualización de e-learnig que daba una tipa con aspecto de cyber-girl post-moderna y en el que, sin ningún tipo de reflexión teórica, nos ha repetido todas las mamonadas tópicas de los noventa: que si las aulas y el profesorado van a desaparecer, que si es el método educativo más democrático…»
Todos nos hemos callado. Patxi se ha quedado mirando al techo . Koldo ha sonreído malévolamente – ¡Tú te lo has buscao, pringao!- y Laura ha intentado decir algo, pero Marta le ha cogido del brazo, negando con la cabeza.
En este punto he intervenido para darle a Mikel la razón. Mucho tópico irreflexivo y demasiada difusión procedimental. Yo me lo sé muy bien porque participé en el proceso de virtualización de la UNED. Un proceso que duró diez años , de los cuales los siete primeros, entusiásticos, se fueron en implementar recursos técnicos ( hardwares y softwares de lo más volátiles) y humanos ( formación y más formación y más gasto en personal) y los tres últimos en deshacer todo lo anterior, dejándolo reducido a la mínima expresión ( hay que tener en cuenta que sólo la plataforma virtual que usábamos, la WebCT, costaba ,según decían – ¡ y ojo al dato!- 6.000 euros al día.
«¡Un gran negocio» ha dicho Mikel. «Pues sí, y sólo así se puede explicar lo que tú llamas tontocracia, pues no es posible pensar que nuestros mandamases sean de verdad tan tontos» . «No, si los tontos son los que se lo creen y piensan que es lo más de lo más…» .» Déjalo, ya pronto te vas a jubilar» ha dicho Marta mientras daba vueltas a su café intentando apurar la crema.
Y todos hemos cabeceado.
Doy fe. Ante diem Idus Mar. Anno MCDLXX ad Bilbao condita