Cuando desempeñaba responsabilidades medias de gestión universitaria, tuve que arbitrar varias medidas para poder concentrarme en los asuntos que yo pensaba que debían llamar más mi atención.
A tal efecto, coloqué detras de mi silla de ejecutivo un gran cartel- obra de un colega de Bellas Artes- en el que junto con el icono solar aparecía la inscripción»PELI NUKLEARIK, EZ», de fácil comprensión. Otro sí me hice con un pistola de agua que guardaba – sin agua- en el cajón derecho de mi mesa.
Así que cuando entraba algún ( o alguna, of course) txapas conocido por su tendencia a los proyectos fantasiosos o a las innovaciones completamente inútiles, yo le señalaba cariñosamente el cartelito de marras. Si al cabo de un rato el sujeto en cuestión volvía a contarme lo que ya me había contado nada más entrar, yo le respondía con frases del tipo «Bien, hazme un pequeño informe y lo leeré tranquilamente», o incluso , si se ponía pertinaz con un «Hoy tengo un mal día» mirándole a los ojos. Pero si no se daba por enterado, sacaba mi pìstola de agua y le apuntaba divertidamente, consiguiendo, tras el estupor, su huida precipitada.
Aún así, fui comprobando que mis medidas eran de los más light. y para muestra dos botones. En una ocasión asistí, como observador, a la reunión de un Consejo de Administración. El Consejero Delegado parecía estar dormido, con los ojos entrecerrados, pero sin duda mantenía una atención flotante porque sonreía cuando alguien contaba un chiste. La reunión duró casi tres horas entre dimes y diretes y cuando cesó el tumulto, el Consejero Delegado abrió los ojos y dirigiéndose de derecha a izquierda a todos los presentes fue diciendo» Sí, no, no, no , sí….» Luego se levantó, saludó y se marchó. » Es un método japonés » oí que decía alguien.
En otra ocasión acudí a una reunión con un Vicerrector ( al que por cierto llamaban «El Vicerreptor»). Me recibió en medio de una conversación. Mientras estuvimos hablando le llamaron varias veces y , al cabo, excusándose, hizó una llamada a alguien que no estaba pues, por los comentarios que hizo, le cogió su secretaria. Tras una breve charla comenzó a decir: » Mira , apunta: Hijo de la Gran …» Sí, sí eso, tú apunta y se lo lees, ¡Nada de peros, tú apunta y se lo lees. Pues eso, Hijo de la Gran Puta, me tienes hasta las tetas, como no me pagues, mañana mismo voy a tu despacho y te pateo las costillas…» Luego colgó con una sonrisa. Salí demudado , pero, según pude saber , a primera hora del día siguiente ya había recibido la pasta.
En fin, que lo mío era de un tono menor- como mi cargo-, bastante equilibrado entre lo trágico- que decía Walter Benjamin que era la condición de lo humano- y lo cómico – que puede derivar, como hemos visto por estos lares en un masoquismo sistemático.
Por todo ello guardo mi cartel de «PELI NUKLEARIK , EZ» con mucho cariño en el cajón izquierdo de mi mesa…