Anda el personal revuelto por las idas y venidas de un autobús con consignas anti-transgenéricas y por la retransmisión de las misas católicas.
Y yo, la verdad, es que no acabo de ver tema, es decir, la razón de tanta insistente revuelta. Supongo que soy un antiguo y acepto la libertad de expresión como un valor democrático, así como una ( sana ) distinción entre la Iglesia ( cualquier iglesia) y el Estado ( cualquier Estado. Lo cual no quiere decir que comparta nada más.
Pero sí quiere decir que si alguien o algún grupo desea manifestar su opinión sobre la transexualidad, no creo que sea muy conveniente ponerle traba alguna – y menos de leyes cogidas con papel de fumar : que digan lo que quieran siempre que no lo impongan a nadie.
Otro sí me parece con el asunto de las retransmisiones mentadas: si la deriva va a más, yo podría protestar por algunas retransmisiones deportivas de supuesto interés social QUE NO ME INTERESAN NADA y que también se pagan con MIS IMPUESTOS.
Ya, ya sé que no es lo mismo, y por supuesto , podría discutir largo, como sociólogo y como ciudadano, sobre la transexualidad, pero hacerlo con quienes la abordan desde el citado autobús, me parece una pérdida de tiempo: todo lo más les sugeriría la lectura de una bibliografía escogida ( y aún así, creo que no serviría para nada.
En fin, que me parece que algunos desnortados progres de hogaño- que probablemente suspendieron una y otra vez en Historia ( y no estudiaron Historia Sagrada) no saben ( en el sentido estricto de saber) que nada le hace mejor el caldo gordo a un creyente que la intransigencia. Por eso, a ellos ( y ellas) habría que recordarles, como decían nuestros progres de antaño que «el mejor desprecio es la indiferencia».
Una indiferencia que en mi caso ya no es ni siquiera activa.. Salvo que me insulten o me agredan. Porque en ese caso me sale «el peli-mili»…