El sábado pasado murió a los noventa años Salvador Pániker. Resultaría difícil glosar su figura y, además, otros ya lo han hecho y ahora lo harán con mucho mejor tino y conocimiento.
Por ello me voy a limitar a recordar el día en que tuve la ocasión de conocerlo personalmente durante unas jornadas sobre cultura oriental celebradas en Barcelona en 2001.
En un receso me presentaron a un setentón elegante con una mirada muy viva, que se interesó por mi deriva hacia la cultura china a pesar de que él por familia y tradición se había centrado en el mundo hindú intentando puentear la no-dualidad advaita con el pensamiento occidental.
La conversación fue breve y delicada, y me sorprendió su toque último de sabio taoísta , mientras yo recordaba no sólo sus libros más teóricos, sino esa magnífica editorial (Editorial Kairós) que había creado junto con su mujer , Nuria Pompeya, y que se había convertido en la referencia de todo lo alternativo desde 1964.
Con todo, y aún reconociendo sus méritos como filósofo y editor, yo me quedo con la faceta de escritor y creo que su Cuaderno Amarillo ( 2000), el volumen intermedio de sus diarios – referido a los años 1993 y 1994- es de lo más interesante que nos ha podido dejar.
En fin, y como decía Baltasar Gracián: «Vivo , amable; muerto, memorable».