Hemos aterrizado en Europa en la madrugada de hoy, 25 de abril. A estas mismas horas, hace cuarenta y tres años, comenzó a sonar en Rádio Renascença «Grândola, Vila Morena» , la canción de José Alfonso prohibida por el gobierno del dictador Marcelo Caetano, y las primeras tropas comenzaron a movilizarse bajo el mando de Otero Saraiva de Carvalho: la mayor parte de las fuerzas armadas portuguesas, hartas ya de las guerras coloniales y de la arbitrariedad de sus gobernantes, había iniciado lo que luego se llamaría «la Revolución de los Claveles».
Desde el principio hubo señales que indicaban que la Revolución iba a ser una simple revolución burguesa , y la primera fue el ascenso a la presidencia del general Antonio de Spinola. Pero como todo esto ocurría en 1974 y Francisco Franco y su «Régimen»seguían vivos, aquellos hechos se interpretaron por aquí como un precedente de lo que podría ocurrir y que no ocurrió, pues el ejército español- a pesar de la UMD- era de otra calaña.
En el año 2001 acudí a Lisboa a un congreso de filosofía .Ya nadie hablaba de la Revolución y el icono máximo de la modernidad eran los grandes Armazens do Chiado. Asistí al estreno de Capitâes de Abril, de María de Medeiros, que rememoraba las gestas de 1974, y la enorme sala de cine Sao Jorge estaba casi vacía. Entre el escaso público predominaban los entonces cincuentones y algún adolescente de largas guedejas.
Todo lo que ahora estoy contando parece ya atisbarse tan sólo entre una densa niebla. Y sin embargo, cada vez que escucho «Grândola, Vila Morena»*, algo renace dentro de mí, algo parecido a la esperanza. Acaso aquel sentimiento del que hablaba Kant en su «Qué es la Ilustración», del que tan buen partido sacó en su momento Michel Foucault.
* «Grândola, Vila Morena»:
http://www.rtve.es/alacarta/audios/musica-en-el-archivo-de-rtve/grandola-vila-morena/477001/