En 1986 visité en Paris , junto con Paco Letamendía, a Pierre Vilar , por entonces reconocido historiador e hispanista francés. Mientras tomábamos un aperitivo en su casa, Vilar atendió muy amablemente la llamada de un alumno. Después, ya en la cena, haciendo un aparte entre sus perfiladas preguntas y sus sugerentes reflexiones,le pregunté sobre la mentada llamada y me dijo que por allí era costumbre dar el número de teléfono de casa (fijo) a los estudiantes por si les surgía alguna cuestión urgente.
Supongo que la expresión » cuestión urgente» tendría un significado restringido y pactado que no sé si sería muy homologable entonces ( y ahora) por aquí, pero no tengo la menor duda de que proponer un sistema equivalente entre nuestro profesorado levantaría tanto rechazo indignado como ampollas psíquicas.
Viene todo esto al caso del profesor de la UPV Felipe Uriondo, quien ,por lo visto- y publicado- ha dejado de dar unas clases gratuitas de apoyo de su difícil asignatura fuera del horario escolar, por presión de algunos de sus colegas de la Escuela de Ingeniería Industrial. 800 estudiantes y antiguos estudiantes han dirigido una carta a las autoridades académicas pidiendo el restablecimiento de este » servicio» y el Rectorado ha abierto una investigación.
El caso debería dar que pensar , pues a pesar de que estamos hablando de una actividad presencial y hasta cierto punto marginal , es más que evidente que viviendo como vivimos en una «sociedad líquida», de flujos permanentes y electrónicos que hacen saltar las convenciones espacio-temporales, el espíritu estamental se mantiene en muchas de nuestras instituciones con su sistema de balizas , exclusas y compartimentos.
Asi que a ver quién es el primero (o la primera) que se atreve a dar el número de movil a sus estudiantes.