«No ser todo columbino» dice Baltasar Gracián en la entrada 243 de su Oráculo manual y arte de prudencia, libro que he regalado a diestro y siniestro siempre que he podido.
Me he acordado de este aforismo a cuenta de un comentario que ha hecho un «balmasedano» a mi columna sobre el homenaje que le han tributado en la villa al poeta León Felipe.
Podría contestarle como vasco por los cuatro costados (nacido en Pamplona, casado en Bilbao, profe en Bergara, ex novia en Vitoria y amigo íntimo en algún lugar de Iparralde), pero voy a hacerlo como individuo devenido sujeto- aunque no me identifique con la religión civil del individualismo político tan apreciada por Fernando Savater.
Dice mi corresponsal que mi escrito «rezuma una vil envidia», afirmación de modulación un tanto antigua, pero, sin duda ,inexacta. Y es que, dejando a parte lo de «vil»- de tantas remembranzas inquisitoriales- ¿qué envidia podría tener alguien que ,sólo en castellano, ya puede mentar a Juan Larrea?
En fin, que como decía Stendhal, el escritor no debe sólo apuntar sino también disparar -eso que ahora algunos bienpensantes graciosos a fuer de pesebreros le objetan a Javier Marías .Y eso es lo que yo he hecho pues hacerle un homenaje a un señor que se refugió en Balmaseda recien cumplida una condena por desfalco en la Cárcel de Santander y cuando todavía no era León Felipe, continúa siendo un dispendio un tanto difícil de explicar.
Pero en fin, vaya mi petición de disculpa para quien haya podido sentirse ofendido (u ofendida) que hoy me siento bastante columbino…