Conocí a Juliette Binoche hace ya muchos años en el Festival de Cine de Cannes de la mano de mi amigo Patxi. Eran otros tiempos y todavía el colega vivía al rebufo de su primer largo…y yo le acompañaba de intérprete. Me pareció fascinante – y, por cierto, bastante más alta de lo que creía – y desde entonces he seguido su trayectoria, salpicada de buenas y mejores películas, desde Tres colores:Azul , hasta Chocolat, pasando por El paciente inglés.
Ayer por la tarde, como el cielo brumoso no levantaba, estuve viendo Elles – Ellas , un film de la directora polaca Malgoska Szumowska ( 2011) en la que la Binoche ejerce de protagonista.
En el film, impactante a pesar de ciertos momentos buenistas, encarna a una periodista de familia acomodada que prepara un reportaje sobre la prostitución femenina universitaria. A lo largo de sucesivas entrevistas, la periodista va indagando en la vida oculta de dos jóvenes que tienen como clientes a hombres maduros y casados – «de la edad de mi padre » dice una de ellas.
Fascinada por estos relatos, la periodista comienza a poner en duda los valores de la vida burguesa que lleva y sobre todo sus estólidas relaciones sexuales. La película parece ser una tardía proyección de la tan traída y llevada » Nouvelle vague», pero en su sencillez y carácter directo emociona y mueve también a pensar y mucho.
Y es que , en ocasiones, es de agradecer esta extraña canícula tan anglosajonamente vasca, pues favorece el arrebujarse en el sofá y disfrutar de una buena película…
«estólidas relaciones sexuales». Recurro al diccionario de la DRAE y leo «estólido», falto de razón y discurso. Veo que está bien puesto el adjetivo, ahora, hay que estar bien fino para llegar a ese adjetivo para calificar a ese tipo de relaciones. ¡Muy bien, muy bien!