Un colega, montañero a la sazón ,se lo ha pasado de a metro a causa de unas garrapatas que se le han adjuntado durante una ruta veraniega por el Gorbea.
Al parecer, en percatándose de las garrapatas, había recurrido al método tradicional de intentar que cayeran aplicándoles aceite de oliva, pero, según su médico de cabecera, los bichitos en vez de ceder «se habían estresado», aferrándose con más ahínco y soltando su carga tóxica ,minúscula pero que le ha llevado a mi amigo por el camino de los antibióticos.
Lo que más me ha sorprendido de todo lo que me ha contado ha sido lo del estrés de las garrapatas, cuya adecuación científica no pongo en duda , pero que me ha hecho sonreír recordando una anécdota propia.
Y es esta que cuando mi facultativo me permitía correr ( no hacer footing o running que por entonces no había) en una ocasión, un simpático perrillo se me cruzó varias veces hasta hacerme tropezar, por lo que le aparté de mi camino de una leve patada. Nada más hacerlo oí un grito agónico, me detuve y me volví. Una señora abrazaba llorosa al perrillo.Dirigiéndose hacia mi me espetó: «¡Es que ya no hay humanidad..!». Y no pude sino responderle:» Perdone, pero el humano soy yo «.
No me gustan mayormente las corridas de toros ni su alanceamiento, ni disfruto viendo degollar gansos ni despeñar cabras desde campanarios – «actividades » digamos, que ,supongo. sufrirán las transformaciones del tiempo como, por cierto, los Alardes – pero no deja de resultarme curioso ese lenguaje a la hora de hablar de los animales… Como lo de las «garrapatas estresadas».
(Escribo todo esto en la playa de Sopelana procurando no «estresarme » por la musiquilla que ha puesto a buen volumen el tipo de la toalla de al lado… Recordando el viejo dicho de «No hay parto sin dolor…ni hortera sin transistor»… y repitiéndome interiormente lo de » el humano soy yo»)