Contemplo desde el alto campanile del Duomo el estrecho de Messina. Al fondo, casi como si se pudiera tocar con la mano, emerge Reggio-Calabria entre un sinfín de estelas blancas .
Según dice la tradición , San Francisco de Paula cruzó este estrecho navegando sobre su manto extendido, convirtiéndose así en patrón de los marinos italianos.
Hoy, sin embargo, este estrecho de no más de tres kilómetros que ha sido cabeza de puente de casi todas las invasiones de Sicilia desde que se tienen noticias escritas, es el paso anhelado por los miles de refugiafos que van llegando desde Libia a la isla mayor con escala en Lampedusa.
Esperan estos refugiados más vivir que vivir mejor y vienen esquilmados por las mafias que los transportan, desparramándose después por pueblos y carreteras hasta ser recogidos por una cualquiera de las muchas policías italianas para ser conducidos a enormes campos de retención – el otro día nos dimos cuenta de que había uno cuando vimos desde la carretera unos barracones llenos de cientos de cabezas oscuras.
Por lo que se puede ver, los sicilianos, acostumbrados a ser sistemáticamente » invadidos » ( la última vez por los americanos para liberarlos de sí mismos) , se toman todo esto con una normalidad que contrasta con las declaraciones de los políticos: símplemente miran con una mirada neutra y dejan pasar.
Y estoy seguro que, de poder hacerlo, repartirían trozos del manto de San Francisco de Paula, como ahora regalan estampas del Padre Pío…