Copio hoy el texto de una hoja volandera anónima, recogida en la calle:
«Un fantasma recorre el mundo: es el fantasma de la comunidad.
Los Estados hegelianos, creados a la medida del individuo-ciudadano, parecen disolverse en comunidades de economía, de lengua o de sexo generando supranacionalidades como las que en siglos pasados constituían las religiones tradicionales.
Los nuevos sujetos, desgarrados del individuo y sus derechos, son cada vez más colectivos amparando una interpretación social del superhombre nietzscheano que ya puede ser mujer , o lo que quiera. La utopía vuelve a ser colectiva, transliberal y transcomunista, y la idea de libertad sucumbe ante una igualdad asimétrica. Somos, de nuevo animales sociales muy sociales.
Los Estados hegelianos y sus ideólogos individualistas no pueden detener la marea de lo comunitario con palabras y a largo plazo tampoco con las armas, pues el individuo llegó al apogeo y ya se encuentra en el perigeo tras explotar de su inflado narcisismo.
Se avecinan cambios que se iniciaron tras la segunda Guerra Mundial cuando fuimos privados del lenguaje, de la biografía, del sexo y de la consciencia del individualismo del siglo XIX.
Un fantasma recorre el mundo de Beijing a Nueva York: es el fantasma de la comunidad.»