Alfonso Sastre
En un reciente artículo el escritor y periodista Antonio Álvarez Solís más allá de su habitual crítica al «régimen español», comentaba que había abandonado Madrid y se había instalado en una pequeña casa de una pequeña aldea, rodeado de prados y bosques…y libros.
A primera vista este movimiento de enroque evocaba a Michel de Montaigne, enclaustrado en aquella torre de su castillo y escribiendo los Ensayos entre libros y máximas pintadas en las paredes. Pero el tono de Álvarez Solís recordaba luego más bien a la figura del «anarca emboscado» descrito por Ernst Jünger tanto en su ensayo La emboscadura como en su novela Eumeswil ( Jünger, de quien por cierto es difícil encontrar algún libro en las escasas librerías de Berlín, porque acaso ya no sea reivindicable ni por tirios ni por troyanos y sí odiable por todos…
Emboscados por aquí ha habido pocos y quizás el más conocido haya sido Alfonso Sastre que se refugió en Fuenterrabía con su mujer Eva Forest. Pero desde luego nada parecido a la huída de Heidegger a la Selva Negra o al mismo Jünger de Wilfingen, por no hablar de aquel japonés del Ampurdán que fue el Josep Pla acantonado en su masía de Llofriu .Y probablemente será porque el «anarca» es individualista ( en realidad una subjetivación radical de la individuación social sistemática) a diferencia del anarquista que necesita de un grupo porque en ello le va la identidad, algo que cuadra más con los parametros socio-culturales de estos lares. Pero como «la emboscadura» es oculta y silenciosa…siempre puede aparecer sorpresivamente.
En fin, ¿dónde están, quienes son , qué están haciendo l@s emboscad@ vasc@s?
Don Vicente, el único periódico vasco que leo con cierta atención es el Gara. Sí, sí, no se extrañe, lo hago a la hora del vermuth y después de hacer su crucigrama. Hay que enterarse de lo que piensan los «malos». Ese insigne articulista que menciona decía ayer (lo anoté) «Ser español es cosa muy cara, para lograrlo hay que vender la libertad, el pensamiento, las propiedades morales más íntimas, que acaban pudriéndose en el desván de los compradores de poder» ¡Hay que joderse! ¿Para llegar a estas conclusiones hay que enclaustrarse? ¡Qué tío, oiga que tío! ¡Pero qué jeta tiene el antiguo director de Interviú! No sé, de verdad, por qué me extraño, tiene el mismo «porte» que ese obrero infatigable que fue Telesforo de Monzón. Uno con makila y el otro con bastón. ¡Madre del amor hermoso!