Cuando al escritor portugués Miguel Torga, recién licenciado en medicina,le propusieron una vacante en el Alentejo, exclamó : «¡ Me moriría de tristeza por esas llanuras!»
Ha pasado ya casi un siglo y, al parecer, ahora el Alentejo está de moda como destino vacacional de playa.
El matiz es importante porque en las guías turísticas de los noventa, se pasaba muy por encima de esta región portuguesa y , como mucho, se mencionaba el Alentejo interior, destacándose lugares como Évora, Monsaraz o Mértola, sin hacer la menor alusión a la costa. Era entonces, por lo tanto, un lugar para viajeros de pantalón largo que según se decía, podían disfrutar en las mencionadas ciudades de » un espacio-tiempo mágico » por romántico, y, por supuesto, de una particular y espléndida gastronomía a base de cerdo negro.
Pero , como se ha comentado, el estímulo se ha ubicado ahora en el turista de pantalón corto y chancletas, al que se le ofrecen playas más o menos desabridas y frías entre bellísimos acantilados, siguiendo , con dificultad , el modelo de El Algarve, que no es sino el del levante español. Por si la apuesta estrictamente playera fracasa, la Administración propone a los más arriesgados un poco de paracaidismo y otro poco de barranquismo pero ya atisba también que quizá pueda llegar a ser un buen destino para jubilados activos ( » Séniores activos») que se repliguen en campos de golf y huyan del sol a museos temáticos y castillos sin mazmorras.
Nihil novum sub sole, en fin, sino la lenta adecuación de los tristes latifundios de alcornoques descorchados a la moda del Capital siempre especulativo, if necessary ,a lomos de cocodrilos de plástico…
Pero, eso sí, todavía se puede comer excelentemente en cualquier pueblo del interior…
( Agradeciendo al Restaurante A Praceta, de Santiago do Cacém, su buena comida y cálido trato)
Gracias por tan lúcido viaje…y bien contado. Un saludo
Gracias a ti, Aurelio,por tu atención y tus comentarios.