BYE, BYE, UNI…

El 4 de setiembre de 1978  , a las 9 de la mañana, comencé mi andadura como profesor en el mundo universitario.

En las aulas, heredadas de antiguos edificios generalmente religiosos, se agolpaban los alumnos y alumnas entre una espesa nube de humo de tabaco  al que contribuía,  con ahínco , el profesorado – y yo el primero. Los apuntes se tomaban a mano casi al dictado, y por lo general se refundían en fotocopias por las Comisiones correspondientes.

En los despachos, muchos con mobiliario de canonjía, se escribía con máquina a poder ser eléctrica  y ya pronto llegarían los primeros Mac cúbicos  de pantalla lenta y letras verdes. El contacto con el exterior se articulaba en teléfonos fijos y el fax.

La relación  cara a cara era imprescindible entre profesores,  alumnos  y el PAS- con quienes había que llevarse muy bien , pues soportaban el gravoso peso de todo lo administrativo.

En el ámbito de la investigación, más allá de la presentación de la ineludible tesis doctoral,  el trabajo del profesorado se manifestaba en sucesivos libros, densos y aquilatados, que se publicaban cada cuatro o cinco años…

En estos días , pasados cuarenta años,cuando ya estoy a punto de jubilarme, dejo atrás  una universidad bien diferente.

Las aulas son , por lo general, nuevas, relucientes y, según la última moda, traslúcidas; se ve claramente al alumnado, que toma pocos apuntes esperando el power- point al uso o que parece tomar notas en ordenadores portátiles o tablets .

El profesorado trabaja en sus despachos,  mayormente en red y con unos cascos puestos. Atiende al alumnado según protocolos preestablecidos y da cuenta de los encuentros en plataformas ad hoc, que luego generarán una documentación pertinente para un numerado label de calidad.

En el ámbito de la investigación,  se priman las investigaciones puntuales  que puedan obtener unos » índices de calidad» que después  serán sancionados por empresas o agencias ajenas a la universidad.

Visto lo visto,  no sabría decir si lo que ahora dejo atrás  es mejor o peor que lo que me recibió, pues de por medio ha pasado el tsunami » bolonia» que todo lo ha burocratizado. Lo más que puedo afirmar es que este modelo, tan mercantilizado y tecnocratizado, no me gusta porque no veo ningún  deseo de conocimiento, ninguna perspectiva de crítica  ni ningún  compromiso  ético diáfano…Pero quizá sean cosas de la edad,  de la edad de alguien que entró con muchas ( acaso ilusas ) ilusiones en este mundo en los albores de una democracia incipiente tras la larga noche del franquismo…

Publicado por

Vicente Huici

Sociólogo, neuropsicólogo y escritor.

3 comentarios en «BYE, BYE, UNI…»

  1. «» …no veo ningún deseo de conocimiento, ninguna perspectiva de crítica ni ningún compromiso ético diáfano» ¡¡¡¡QUÉ MIEDO!!!!!!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *