( Vicente Verdú 1942- 2018)
La publicación casi simultánea de las memorias del poeta catalán Joan Margarit ( Per tenir casa cal guanyar la guerra ) y del libro aforístico del recientemente fallecido Vicente Verdú ( Tazas de caldo) ha puesto de nuevo de relieve cierta necesidad testamentaria de quien se sabe en el final de su vida.
Margarit, arquitecto de profesión, poeta prestigiado y prestigioso, nos lleva por el largo camino de su existencia, insistiendo en los recuerdos pristinos de su infancia y adolescencia, en la convicción confesa de que el vivir es lo primero y la condición de todo lo demás.
Verdú, por su parte, tras una larga trayectoria como ensayista excelente , polivalente y novedoso, de una capacidad analítica sorprendente, deja un último libro sintético y sincrético en una sucesión de apuntes de los que cualquiera valdría para un magnífico epitafio.
¿Serán acaso estas escrituras la manifestación del deseo de colocar una baliza en este mar proceloso, en el que ya quedan pocos puertos donde refugiarse y por el que quienes provisionalmente nos quedamos aquí ( ¡ Ah , seres de un día! ) navegamos como podemos en cóncavas y oscuras naves…?
«convicción confesa de que el vivir es lo primero y la condición de todo lo demás». Ya lo decía uno de mis cantantes preferidos en una de sus canciones, Joan Baptista Humet, «hay que vivir, amigo mío, antes que nada hay que vivir»
Buena frase sin duda. Gracias , don Antonio.