Según leo en un periódico- de papel- mientras me tomo un café- torero, la Tenencia de Alcaldía del ramo correspondiente de La Capital, ha decidido implementar el transporte ciudadano con una remesa de bicicletas eléctricas.
Hasta ahora este tipo de vehículo, de novedosa factura, parecía estar pensado para aquellas personas que por motivos de edad, dignidad y/o gobierno, no podían utilizar las habituales. Pero la mencionada Tenencia de Alcaldía, tan dinámica ella en su mismidad, ha argumentado que La Capital – llamada así por constituirse en epicentro permanente de avatares varios – es geomorfológicamente un agujero o » botxo» rodeado de pendientes insurrectas.
Para completar el despliegue biciclético- motorizado, la Tenencia en cuestión ha organizado un pedagógico programa sobre el uso oportuno de las bicicletas en ambas dos modalidades ( mecánica y eléctrica) señalando la prioridad de que , en tanto que vehículos , deben ir siempre por la calzada y, específicamente, en ningún caso por las aceras.
La ocurrencia bifronte de la aludida Tenencia ( de Alcaldía, no se olvide) parece no ir por un lado muy en línea con la estimulación deportiva general , pero , por otro, manifiesta la misma inocencia con que ha acometido otras campañas pedagógicas tan confusas como breves.
Pero, en fin, como sobre el uso individual de la bicicleta, poco se puede decir, ya sea estática, mecánica o eléctrica, acaso sí se podría hacer algo sobre su uso público y en público y , a la vista de lo que se ve, no parece que haya más solución que la intervención decidida de la Policía Municipal de La Capital que en sus tiempos ya consiguió que se pudiera pasear sin que los perrillos y los perrazos sueltos jugarán entre las piernas de los viandantes buscando el calcañar…
Pues si no, si ya era difícil zafarse de las bicicletas mecánicas campando a sus anchas por doquier, es demasiado previsible lo que pueda llegar a ocurrir con las eléctricas…
Tiene usted razón, las aceras son para el peatón y nadie más.
Yo bajo desde la zona minera a Bilbao en una de ellas a gozar de la capital y me da pana que solo pueda recorrer unaa pequeña parte porque el resto es muy peligroso, me bajo en las aceras y vuevo a montar en el carril bici.
Ahora con las eléctricas y todo esa parafernalia de patinetes y demás trastos, los peatones sufren cada vez más siendo insoportable ir tranquilos por su verdadero territorio que es la acera.
No obstante la vieja bicicleta tiene 200 años y se merece más carriles bici y todos tan contentos.
Un saludo y perdone mi ortografía.
Muchas gracias por su comentario. A mi me gustan las bicicletas, lo que no me parece admisible es que invadan las aceras, junto con todos esos aparatos que usted menciona. Por lo demás, creo que no hay una política clara y decidida de protección del peatón.
Don Vicente, aquí en Donosti llevamos mucho tiempo con esas bicicletas «eléctricas». Pierda toda esperanza, se utilizan lo mismo que las otras pero a más velocidad. Como usted sabe esta ciudad tiene muchas colinas pero no se utilizan para subirlas sino para circular por el llano con menos esfuerzo. Los peatones somos una especie a extinguir.
Hola
No se informa sobre el elevado costo que pueda tener este servicio: amortización, mantenimiento, averias y robos. Que es sufragado hasta por el sufrido peaton, que ve como por las aceras pasan energúmenos cual si fueran El Cid a caballo.
Sr. Gil empiece Vde. a multar toda actitud incívica. Que ese dinero sufrague en parte el costo del servicio