“Estoy absolutamente convencido” es una de las frases preferidas de nuestros políticos ( y políticas, of course), repetida una y otra vez, aquí y allá, en los mítines y convenciones y en las redes sociales, sin que medie compasión alguna.
Cualquier avisado ( o avisada, of course), sin haber leído necesariamente a Freud , es consciente de que semejante frase indica más bien todo lo contrario de lo que pretende decir, o sea, algo así como «tengo muchísimas dudas”, pero a casi nadie le preocupa una cuestión así porque se sospecha que los políticos nunca dicen mayormente lo que piensan.
Sin embargo, en realidad, decir directamente frases del tipo ”Tengo muchísimas dudas”, como solía hacer el ex – presidente de la extinta Checoslovaquia y autor teatral, Vaclav Havel, más bien incrementaría la confianza en los políticos, pues se les vería más próximos – ¡casi humanos! – y atraería la atención de los ciudadanos sensibles que suelen ser los que más pueden llegar a comprometerse socialmente.
Pero…a lo mejor – a lo peor- los políticos (o, al menos, ciertos políticos, y políticas, of course) no persiguen la colaboración de ningún ciudadano y buscan tan sólo el voto inmediato y la despreocupación inmediata, utilizando para ello frases como la apuntada, imposibles por impensables y, por ello, quizá bastante disuasorias.
Y , por otro lado , como ya apuntó Erasmo de Rotterdam en su Elogio de la locura , siempre habrá quienes gocen » escuchando historias de milagros y prodigios» que «cuanto más lejos estén de lo verosímil, con más facilidad lo creen y con mayor encanto recrean sus oídos»…