Entre los paseo matutinos y vespertinos, sigo con mucha atención las sesiones en las que se juzga a los independentistas catalanes, consciente de que será algo más de lo que podré dar testimonio a mis nietos ( y nietas, of course.
Mi interés al respecto no es estrictamente político, aunque de entrada discrepo de que se esté juzgando algo así como » un golpe de Estado» – ya viví uno de verdad cuando el teniente coronel Antonio Tejero intentó emular al general Manuel Pavía en 1981- o incluso de que se trate de una causa de rebelión o sedición, no digo ya de «organización criminal», como apunta con cierto tono delirante la Acusación Popular.
No, para todo lo anterior, ya están los expertos de verdad y los sabios de pacotilla. Mi atención, como casi siempre, se centra en aspectos menores, más relacionados con el lenguaje hablado que se está utilizando – siguiendo en el análisis las pautas de Javier Sampedro que comentaba ayer – y con el lenguaje no-verbal que muy lúcidamente ordenaba Silvia Hinojosa hace poco en La Vanguardia – sí, también leo La Vanguardia, en papel, los sábados, por el magnífico suplemento cultural que le acompaña.
Desde este punto de vista, creo que frente al tono pulcro y técnico hasta la extenuación de la argumentación la Fiscalía, se puede constatar cierta torpeza verbal en la representación de la Abogacía del Estado, acaso porque le cayó de sorpresa el encargo, al negarse el anterior abogado a asumir las directrices gubernamentales. Ambos, por cierto, muestran una rigidez de estípites. En cuanto a la Acusación Popular, por ahora ni está ni se le espera.
Los encausados varían en su discurso según se apunten más al razonamiento político o a la defensa legal, pero por lo general han mostrado hasta ahora una firmeza gestual, cuyo rasgo más característico ha sido la comodidad manifiesta a pesar de la gravedad de las acusaciones.
Pero si alguien merece una nota a parte es el Presidente del Tribunal, magistrado Manuel Marchena, juez conservador – muy conocido por haber llevado los casos de ilegalización de ANV y PCTV, el proceso contra el también juez Baltasar Garzón o el enjuiciamento al mismo Presidente del Parlamento Vasco Juan Mari Atutxa- quien ( diz que quizá bajo el síndrome de la observación internacional) se ha mostrado hasta ahora preciso, exacto y ágil en sus palabras, con una actitud un tanto desenfadada tanto hacia las acusaciones como hacia las defensas, manifestando un » in dubio pro reo » a priori que , independientemente del veredicto final, parece querer recuperar de la ciudadanía cierta confianza en la Justicia… On verrá…