Según una investigación de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV, en las aguas de la ría de Gernika se ha encontrado una cantidad inesperada de restos de cremas solares, antibióticos y anti-depresivos. Así mismo, los investigadores ( dirigidos ,por cierto, por una investigadora) han constatado que en estas mismas aguas se está produciendo además un fenómeno de transgénero muy peculiar , ya que «la mayoría de los mubles machos analizados presentaba vitelogenina en el hígado, una proteína que sólo se encuentra en las hembras » y » en el cerebro se localizó una proteína que participa en la síntesis de los estrógenos y cuya presencia evidencia síntomas de feminización» (sic).
Desconozco el nivel de conciencia y comunicación de estos pececillos – que en algunos caso son pedazos de pez – pero no creo que se hayan apuntado sin más a lo transgénerico que ahora está tan al pil-pil, por lo que supongo que acaso habrá una relación causa- efecto entre las aludidas sustancias detectadas y esta trasmutación. ¿Serán acaso los anti-depresivos?
La hipótesis no es desdeñable, teniendo en cuenta que la depresión es la patología mental más desarrollada en el mundo , con más 300 millones de personas afectadas al año según la OMS , y que el incremento de las visitas de vernáculos y transeúntes a este prodigio de la naturaleza que es la ría de Gernika ha sido notable en los últimos años , conllevando acaso la transubstanciación fecal y/o inmersiva de las aguas.
Es más, el incremento de la ingesta de anti- depresivos puede haberse incrementado en este caso si a la contemplación de las bellezas autóctonas, se ha pretendido añadir la degustación de las hipostasiadas, como es el caso del islote de San Juan de Gaztelugatxe, uno de los escenarios de esa saga de crímenes horrendos, pérfidas luchas por el poder y orgiásticos arrebatos sexuales que es Juego de Tronos, resultando , por ejemplo, que, tras la petición de la oportuna cita electrónica y la espera de unas cuantas horas…el atestado lugar no haya resultado ser para tanto.
Y claro, luego, los pobres pececillos, esos mubles que sobrevivían de la mierda limpia, han debido ahora batir sus aletas entre la mierda sucia y se han odiado tanto – base básica de la depresión- que , sin saberlo, han deseado en un subidón químico cambiar de sexo reanimados por los restos de cualquier ISRS, aunque sólo fuera para despistarse de la imagen que tenían de sí mismos, cumpliéndose una vez más aquello de «en el pecado, la penitencia»…