Como recordaba recientemente el excelente suplemento Cultura/s de La Vanguardia, se ha cumplido estos días el décimo aniversario de la muerte del escritor mallorquín Baltasar Porcel.
A Porcel le conocí con ocasión de un ciclo sobre literaturas peninsulares que se repitió en Terrasa, Madrid, Santiago de Compostela y San Sebastián, organizado por la UNED y con la participación de escritores como Luis Landero, Carlos Casares , Ramón Saizarbitoria y varios críticos.
En aquel momento Baltasar Porcel estaba en la cresta de la ola, manteniendo su polifacética y discutida columna y la adhesión sin límites a un omnipotente Jordi Pujol – que según el crítico, también presente, Joaquim Molas tanto le limitaba literariamente.
En el tú a tú, sin embargo ,era tímido hasta extremos imprevisibles y sonreía continuamente afilando unos ojos que, a la par de su barba recortada, le daban un toque confuciano .
Y no era para menos, pues detrás del escritor se escondía una larga trayectoria política que le había llevado del antifranquismo al catalanismo de centro izquierda, pasando por el maoísmo y el anarquismo.
Un tumor cerebral fue apagando su vida y su escritura, pero no renunció en ningún momento a su vocación de «intelectual orgánico».
Con la perspectiva que da el tiempo, que decanta vidas y obras, yo me quedo con Cavalls cap a la fosca y Les primaveres i les tardors , libros en los que es manifiesta la influencia de Josep Pla y Llorenç Villalonga…Y de sus proyectos , con aquel «Institut Europeu de la Mediterrània» que pretendía crear un espacio de intercambio socio-cultural nuevo y novedoso, del que fue impulsor y primer director.