«Y entonces, ¿Dios existe o no existe?» «No lo sé. Unos dicen que sí y otros dicen que no, pero yo sólo soy un reportero .Tendrá que preguntar a los de editorial, pero están en el piso de arriba…»
Esta anécdota salió a colación en el homenaje a Manu Leguineche celebrado en el Club Deportivo de Bilbao – que por cierto cumple su 125 aniversario- de la mano de la Asociación Vasca de Periodistas.
La contó Mariano López, director de la revista Viajar, para resaltar el modelo de trabajo del periodista de Arrazua que , inspirándose en palabras de Heródoto , escribía historias para hacer Historia, yendo directamente a los lugares de los acontecimientos y escuchando con detenimiento todos los testimonios posibles .
Por su parte, Javier Martín Domínguez, corresponsal internacional y realizador de cine y televisión, definió a Leguineche como el mejor periodista español de la segunda mitad del siglo XX, resaltando su capacidad para hacer reflexionar sobre lo próximo a partir de lo lejano. Y también como un vasco siempre oculto en su exilio interior, amigo de sus amigos , forofo del Athletic ,de la buena comida y del mejor humor.
Maestro de periodistas, sí, pero también el jefe de una tribu- insistieron ambos contertulios – de profesionales que se caracterizaron por su independencia y su espíritu crítico ,tan difíciles hoy de encontrar en nuestros lares.
Para quien esto suscribe, El camino más corto fue un gran descubrimiento que lograba enhebrar buen reportaje y buena literatura, aunque fue con El club de los faltos de cariño, escrito en su retiro en Brihuega, donde se reveló que un excelente periodista no tenía porqué ser, a pesar de su cariacontecido pronóstico, un mero esclavo de las tres D: divorciado, depresivo y dipsómano…
«Dipsómano». Primera vez que reparo en esa palabra. He tenido que echar mano al DRAE
Ya sabe usted…»A la cama no te irás…»