Ramón Eder ( Lumbier, 1952) ha recibido el Premio Euskadi de Literatura en castellano 2019 por su libro de aforismos Palmeras Solitarias .
Eder forma parte de una serie de navarros de nacimiento o primera condición dispersos por geografías varias que a finales de los años setenta intentábamos sobrevivir en lo que un escritor de una generación anterior, Miguel Sánchez- Ostiz, llamó «la negra provincia de Flaubert».
In illo tempore, el tempranamente fallecido poeta José María Hernández Larrea (1953-1999) animaba un grupo tertuliano denominado «Coribantes» al que acudíamos algunos jóvenes más o menos exaltados que , en cualquier caso, teníamos muy claro que la escritura, poética preferentemente, pero también narrativa o ensayística, formaría parte de nuestra manera de estar en el mundo.
Entre los que frecuentaban «Coribantes» estaba Jesús Ferrero, hoy reconocido novelista, el poeta Carlos Ansó , la actual catedrática de Historia Antigua de la UPV, Ana Iriarte ,y Ramón Eder, el más pop, de quien se sospechaba que era una reencarnación del mismísimo John Lennon – y hoy quizá más bien de Lou Reed.
A mediado de los ochenta, otro compañero de tertulia, el profesor Santiago Echandi, se puso al frente de la colección «Diamante de Caín» de la Editorial Pamiela y aprovechó para editar los originales de algunos miembros del grupo. Así vieron la luz Emblemas, del propio Santiago, Río Amarillo de Jesús Ferrero,Teoría del extraño movimiento de Vicente Huici , Los deseos capitales de Josemari Hernández y , por fin, Axaxaxas mlö de Ramón Eder .
Tras este breve episodio que sirvió para hacer encontrarse a los desperdigados, se abrió una nueva etapa de contactos fortuitos y aleatorios. Todos sabíamos de todos pero casi siempre indirectamente.
Eder, tras una obra poética en la que destaca Lágrimas de cocodrilo ( Hiperión, 1988) , encontró luego en el aforismo el modo de articular su genio y su ingenio, publicando en 2016 Ironías ( Ed. Renacimiento) que reunía sus libros La vida ondulante y Aire de comedia, añadiendo una tercera parte titulada Aforismos del Bidasoa. Finalmente el año pasado publicó el ahora galardonado Palmeras solitarias que también ha recibido el Premio AdA de aforismos.
Recordando aquel dicho de que las condecoraciones no hay que pedirlas, pero sí agradecerlas y nunca exhibirlas, procede ahora felicitar al viejo contertulio y desearle mucha suerte ( buena, y también literaria) pasada esa edad en la que cada año cumplido es un triunfo…