«193. Hacen algunos ajeno el negocio proprio» ( Baltasar Gracián, Oráculo manual y arte de prudencia)
De los muchos juicios que en la actualidad reclaman mi atención en practicando el otium cum dignitate jubilar, uno de los que me está resultando más sorprendentes es el relativo a los hallazgos arqueológicos del yacimiento de Iruña -Veleia.
Aparentemente se trata de dilucidar si unos graffitis hallados en dicho yacimiento y que recogen algunas expresiones en euskera son o no verdaderos. Al respecto se han podido escuchar opiniones y testimonios varios, desde el manifestado por uno de los miembros del equipo que ha admitido que realizó unas inscripciones por su cuenta porque es «muy bromista»; hasta las declaraciones del director de la excavación – que, por cierto, al parecer tenía media familia vinculada a la misma por medio de la empresa Lurmen S.L.- en el sentido de que «no se ha podido demostrar» que los graffitis sean falsos, en un curioso retruécano retórico.
Probablemente el caso no habría llegado a los tribunales si la investigación no hubiera estado subvencionada con cerca de 400.000 € por parte de la Diputación alavesa y por 3,7 millones de euros de la sociedad pública vasca, Euskotren , una gran inversion para resultados tan controvertidos.
Pero, tal y cómo se está manifestando el contexto social del juicio, bajo la apariencia de esta discusión científica con arborescencias jurídicas, lo que parece estar poniéndose de manifiesto de nuevo es la cuestión de la existencia constatada del euskera en un periodo anterior a las Glosas Emilianenses el siglo XI, pues en el caso de que los grafittis fueran verdaderos, el testimonio se remontaría al siglo III , en la época romana.
No es la primera vez que se busca el prestigio de los orígenes en el caso del euskera aunque ya el lingüista Koldo Mitxelena – con quien por cierto tuve el honor de realizar una primera investigación sobre el fuerista e historiador navarro Arturo Campión (1) – constató que «el verdadero misterio del euskera es su pervivencia, no su origen».
Y no sé, se me ocurre que quizá sería ya el momento de apartarse un tanto de las argumentaciones historicistas del siglo XIX, y reivindicar la diferencia por sí misma , pues puede ser un deber o un derecho sin más en un contexto democrático contemporáneo .
Y otro sí ,de dejar de hablar en clave del «no datamos», proponiendo ancestralidades a troche y moche…Como por ejemplo la que se quiere otorgar a las celebraciones de Santa Águeda que según diversos estudios, tal y como las conocemos, no van más allá de las que probablemente con acierto pergeñó Euzko Gaztedi hacía mediados de los años treinta del siglo pasado- y todo ello, por supuesto, sin dejar de afirmar que estas celebraciones, a punta de makila y cánticos corales,y como bien apuntaba mi compañero de blogosfera Iñaki Anasagasti, son una ocasión para el encuentro y el reencuentro tras las fiestas navideñas, lo cual que es una gran oportunidad en esta sociedad nuestra de insularidades electrónicas…
(1) Huici Urmeneta, V. ( 1981) «Ideología y política en Arturo Campión» Revista Príncipe de Viana 42 (163), 641-690.
(c) IBILTARIA by V. Huici
En este país nuestro tenemos dinero para subvencionar todo. Espero que algún día subvencionen la siesta a la que, por cierto, estoy abonado desde mi más tierna juventud.