He recibido y leído la última obra de Edgar Borges (Caracas, 1966), a quien conocí hace ya algunos años a raíz de su investigación novelada titulada El hombre no mediático que leía a Peter Handke ( recientemente reeditada en Ediciones Carena).
La nueva novela se titula Enjambres y ha aparecido de la mano de Altamarea Ediciones. Con ella el escritor venezolano continúa un ciclo literario singular iniciado por La ciclista de las soluciones
imaginarias (2014), y que se ha desarrollado entre El olvido de Bruno (2016) y La niña del salto (2018).
Una vez más, Borges aprovecha su narración para recorrer algunos ámbitos de la realidad circundante desde una mirada deconstructiva y por ello alternativa.
En este caso, y como si presintiera el confinamiento obligado a que nos ha conducido la pandemia del COVID- 19, Enjambres describe un confinamiento, en este caso voluntario, de un grupo de amigos que se encierra en una casa apartada en medio de un bosque y junto a un lago, huyendo de los enfrentamientos civiles que les rodean.
El grupo de amigos, encabezado por una joven, intenta sobrevivir acogiéndose a una inocencia primitiva, acaso tan infantil como rousseauniana, y , a pesar de las decepciones y de las deserciones, se reclama de la utopía como sólo se puede hacer desde la virtualidad de la literatura, es decir , haciendo posible en el texto lo que parece más bien inviable en la realidad empírica e histórica.
Se cumple así a largo plazo, una , acaso la más importante, de las funciones del arte que no es otra sino dar cuenta de lo que puede ser más allá de lo que es , o , en terminología aristotélica, de lo que pudo ser más allá de lo que fue.
Y, por una casualidad, como siempre inesperada – ¡ Ah escurridizo Kairós! – las palabras de Enjambres se elevan desde sus páginas como la ocasión para meditar sobre un confinamiento deseado en medio de la distopía que nos rodea…
«distopía». la palabra de moda. Nada hay sin ella.
En efecto hay palabras que, de pronto, cobran una presencia inusitada porque los acontecimientos incitan a buscarlas y más cuando parece que describen no tanto realidades cotidianas, sino un tanto insólitas por inverosímiles o inimaginables…
Así, Distopía (RAE): «Representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana», por contraposición a Utopía (RAE, 2): «Representación imaginativa de una sociedad futura de características favorecedoras del bien humano»…
Y de la segunda respecto de la primera es de lo que trata la obra reseñada.
Gracias por el comentario.