En mis paseos cotidianos vengo comprobando que cada vez hay más terrazas de bares, cafeterías e incluso restaurantes y que, por lo general, ocupan lugares antes destinados al aparcamiento de vehículos.
Esta apertura al espacio público de los espacios comerciales privados sería comprensible en alguna fase anterior de la desescalada, pero las obras realmente existentes indican que esta expansión va a continuar e incluso a incrementarse.
Y si bien es comprensible que, una vez que el mando en plaza ha pasado en estos lares de la Consejería de Salud a la de Desarrollo Económico e Infraestructuras , haya que tomar iniciativas en consecuencia o, cuanto menos, ser más flexible en las autorizaciones solicitadas, la dinámica desatada puede desembocar si no se controla en una hipertrofia crónica.
Una hipertrofia de espacios de encuentro que , dadas las muestras de la limitada responsabilidad individual que nos informa a pesar de los constantes llamamientos institucionales ad hoc, puede facilitar un rebrote de la pandemia, escapándose por la ventana el beneficio obtenido por la puerta.
Sin duda esta prisa un tanto delirante en implementar la reactivación económica frente a la contención del COVID-19 , tiene un fondo político y un trasfondo electoral, ambos legítimos, pero acaso forzadamente tácticos y, desde luego con una escasa perspectiva estratégica desde el punto de vista urbanístico.
En otros tiempos se decía que «para muestra vale un botón», y la hipertrofia de terrazas ciudadanas , por más que se nutra de la necesidad de recuperar el tiempo y el dinero perdido -time is money !- puede ser un botón muy mal cosido que se puede caer en cualquier momento…
Soy vecina de García Rivero y estoy totalmente de acuerdo contigo, nos han privatizado el espacio público de nuestra calle. 16 bares en escasos metros, y cada uno con su macro-terraza. Como bien dices esta masificación puede favorecer un rebrote. Hay alarma entre los vecinos de la calle, debido al incumplimiento por parte de algún hostelero de la normativa sanitaria,y al no llevar mascarillas ni cumplir con la distancia de seguridad, los vecinos nos tememos lo peor. Recordemos que dos metros entre mesa y mesa es un jugador de baloncesto tumbado, y aquí no cabe ni «Torrebruno». Salud y Saludos
Poco más se puede decir ,y tan claro. Gracias por el comentario.
Además que manía de sentarse a charlar, comer, beber y matar el tiempo todos los días. ¿Pasará factura , no?.
Yo creo que sí. Y aunque sea comprensible el deseo de encuentro, se debería moderar a la vista de la situación. Gracias por el comentario, John.
Privatización del espacio público, una muestra más, Vicente.
Así es…Y sin orden ni concierto. Gracias por el comentario.
Efectivamente, la proliferación de terrazas a costa del espacio público y sus pocas medidas en muchos casos (divertidamente triste, pero real el comentario final del comentario de Susana) nos hace temblar a muchos y muchas.
Te ha faltado comentar que en este rebaño en el que vivimos, si bien hay algunos carneros todos somos (o así nos tratan) ovejitas, la influencia de las terrazas y aperturas de bares (que no se me malinterpreten, que me encantan los bares) tiene influencias curiosas, como, por ejemplo, su influencia en el deporte. Me explico. Cuando se permitió la salida del confinamiento para hacer deporte tuve que cambiar varias veces mis itinerarios de paseo con el perro porque estaban todos los sitios llenos de gente corriendo, unos solos, otros en parejas y muchos en grupos. Con la apertura de terrazas ha habido una disminución proporcional en el número de gente que corre (prácticamente han desaparecido los grupos y se mantienen quienes corrían en solitario o en parejas).
Un saludo
Curiosas reconversiones , sí.Gracias por el comentario.