para Zubi
En su célebre libro La memoria colectiva, dice el sociólogo Maurice Halbwachs que «el espacio en razón de su estabilidad, nos da la ilusión de no cambiar en absoluto a través del tiempo y poder durar sin envejecer ni perder ninguna de sus partes».
Por otro lado, ya advirtió Stendhal que no es muy convenientemente volver a los lugares que tuvieron importancia años atrás, porque su significado profundo se puede perder fácilmente.
Ayer, impulsado por la nostalgia, se me ocurrió recorrer algunas plazas y calles que solía frecuentar hace ya más de dos décadas por las tardes y sobre todo por las noches. Lo cierto que apenas si reconocí las tabernas, bares y establecimientos para mí entonces tan habituales : casi todos habían desaparecido y donde antes estaban ubicados aparecían otros, por lo general bajo el amparo alguna multinacional. Este recorrido casi arqueológico fue poco a poco derivando en un itinerario funerario pues iba comprobando que la mayor parte de los recuerdos que me unían a aquellos lugares estaban puenteados por las presencias fantasmales de amigos y amigas que también habían desaparecido por el exceso de alcohol, el SIDA, o , luego, por un infarto o un cáncer inesperado.
Y así ,en la última vuelta de aquel camino, deseé por un momento convertirme en uno de aquellos begardos alumbrados que, poseídos por algo o por alguien, se disolvían en la nada cósmica del olvido de sí mismos.
Pero cuando volví a mi barrio habitual, y a pesar de tener el corazón contrito, sentí una profunda alegría al reconocerme en otras calles, en otras plazas, entre otras gentes, y me dí cuenta de que el paseo había merecido la pena porque había rememorado en mi interior muchas marcas de las cuales soy ahora una consecuencia inevitable, mal que me pesé… y con moderado orgullo…
Sr. Huici,
En los últimos años he tenido experiencias similares a la que usted cuenta. Los recuerdos, las personas perdidas, el tiempo que se fue…..
Creo que lo mejor (quizá lo único) que podemos hacer si queremos ayudar a mejorar el mundo, es dejar un recuerdo de amabilidad, cariño y sensatez en los que nos rodean.
«En la última vuelta de aquel camino». Bonita evocación a don Pío
¡Qué pillado me tiene, don Antonio!
«Vivo amable, muerto memorable» que decía Baltasar Gracián en su Oráculo manual y Arte de prudencia…Gracias por el comentario.
La publicidad, y en muchos momentos la propaganda, utilizan un, desde mi punto de vista, falso e idílico cebo para atraernos a su producto, comercial, político o religioso: el pasado, centrándose, preferentemente en la infancia y juventud. Así, pretenden que con su producto y sus ideas recuperaremos el “sabor”, el “aroma” o, ¿por qué no? Incluso los “valores” de nuestra infancia y podremos ser “siempre jóvenes”.
Pero no es sólo cuestión de variaciones en la calidad y cantidad de nuestras papilas gustativas, es, simplemente, que cualquier persona mayor nos recuerda que “los tomates de ahora no tienen el sabor de los de antes”.
Sthendal lo dice claramente, y la explicación de la intuición de Sthendal la encntramos, siglo y pico después, en Ortega y Gasset: a los Sthendalianos lugares que tuvieron importancia años atrás volvemos sin nuestra circunstancia.
Para pasar de una etapa de nuestra vida a la otra damos un salto, y con él quemamos la base, el punto de poyo que nos lo ha permitido, y cada nueva etapa es el cúmulo de etapas pasadas enriquecidas con la “nueva circunstancia”. Es como si hiciéramos un trayecto de “tierra quemada”, de no retorno, de tal forma que por mucho que podamos valorarlo, recordar gentes y situaciones con todo nuestro amor, añorar el pasado podría, en algunos casos, ser significativo signo de carencia e incomodidad con el presente. Por eso su positivo último párrafo es todo un símbolo de vitalidad. Enhorabuena, D. Vicente
Muchas gracias por la interesante reflexión.
M U Y bonito. Un gusto leerllo, tanto por la hrmosa prosa como por el viaje que hace esta vez El Paseante. Libros y bares, gentes y gentes…
Gracias, Aurelio…