Antes de nada, y como contestaba recientemente a un comentario «deseo dejar muy claro: 1º.- que acepto las medidas preventivas establecidas en relación a la pandemia del COVID-19 por las autoridades democráticamente elegidas; 2º.- que, no obstante lo anterior, me reservo y pongo en práctica el derecho a hacerme eco de lo que veo y escucho en la calle y en los medios de comunicación, intentando generar la consiguiente reflexión, mayormente desde mi punto de vista sociológico; 3º.- que si esa reflexión conlleva una componente crítica – y frecuentemente suavizada con un toque de ironía – mi pretensión es despejar dudas de una manera metodológica y argumentativa;4.- y, por fin, que asumo las consecuencias de esta práctica proactiva , pero también de mis silencios – que los hay y muchos- , pues como decía Séneca :Magna res est vocis et silentii tempora nosse«.
Y dicho y escrito que queda para siempre y para que no surgan nuevas dudas, quiero ahora, basándome en las premisas anteriores, hablar de una cuestión, en mi opinión clave, relativa a la lucha contra la pandemia del COVID-19.
Y la tal es la ausencia de un liderazgo positivo. Esta ausencia lo es en principio de un liderazgo como tal, subrrogado como está en cadena desde el Gobierno español hasta cada ciudadano y ciudadana, pasando por los gobiernos autonómicos.
Y también lo es por cuanto cuando se asume explícitamente desde alguna autoridad competente asoma por lo general un perfil distante, frío y ejecutivo, confundiendo una vez más la política con la gestión, una de las más graves confusiones que ha generado la orientación tecnocrática.
Todo lo cual genera un «liderazgo negativo», articulado, de manera probablemente inconsciente pero también consecuente, en la reprensión del ciudadano normal al que se le reprocha una y otra vez su falta de responsabilidad y en la represión directa de quienes se manifiestan con razón o sin razón pero con sus razones y que son criminalizados ( en ocasiones hasta infantilmente) para escarmiento avant-la-lettre de los primeros.
Frente a este modo de liderar subrrogado y negativo, sería necesario un liderazgo propio y positivo, que planteara verdadera y claramente las dimensiones de la situación y que exhortara a lo que se considerara necesario con proximidad , calidez y un amplio deseo de consenso.
Y ya que no se habla sino en términos de guerra o de medicina de guerra , solo así la victoria sanitaria será una victoria social, algo sin duda muy necesario en el ambiente distópico y arbitrario que nos rodea…
Yo creo que la orientación tecnocrática de la política no tiene por qué estar unido necesariamente a un perfil político frío, distante y negativo. La política lo que trata en realidad es buscar soluciones a los problemas que tenemos y pienso que un buen gestor estará más cerca de conseguirlo. La gente está harta de la oratoria de salón, vacía de hechos, y ansía y necesita la resolución de los problemas. Se trata en suma de hacerlo bien no de convencer mejor, aunque también es verdad que se pueden hacer las dos cosa a le vez.
A la larga lo que queremos es la solución a nuestros problemas y si a la ciudadanía le aseguran que con esa subrogación de la acción política se le acaban los sustos pues encantados .
Un saludo
Gracias por el comentario.
Siga haciéndolo don Vicente, siga haciéndolo
En tiempos pasados se afirmaba que lo mas importante era la salud emocional y mental del individuo y por ende de la sociedad.
En esta sociedad materialista solo interesa lo que se ve. Las ideas, los pensamientos, las emociones, los sueños…no importan. Solo importa el cuerpo y todos están atemorizados por un virus que nadie ha visto.
No se ha aislado el virus que produce el síndrome Covid19. Y lo que confirma las PCR´s es la presencia de proteínas, del cromosoma 8 y trozos de ARN cualquiera. Las personas contagiadas son las que tienen síntomas y todo lo demás es una aberración seudocientífica. El que quiera informarse de verdad, puede confirmarlo.
Si que hay una plaga de terror en todo el mundo, que esta dejando unas secuelas terribles, no solo en las personas y allegados de aquellos que murieron por un síndrome aun sin definir, sino a la mayoría de la sociedad.
Lo que ha ocurrido con nuestros ancianos, no ha ocurrido nunca en la historia de la humanidad, ni con la peste, ni con la lepra, ni con ninguna otra enfermedad contagiosa. Para la curación necesitamos el contacto social, somos seres sociales. No nos pueden dejar aislados, como en las residencias donde les encerraban y no se les trataba, basándose en las ordenes de las autoridades políticas (que no sanitarias).
¿Quien nos gobierna?… Son unos unos incompetentes dirigidos por la errática OMS o unos psicópatas.
Nos han creado un nuevo trastorno, la ANTROPOFOBIA. Miedo al ser humano.
Hasta en las guerras se anima en positivo a las tropas y al pueblo, pero en este caso es un bombardeo sádico de los medios de comunicación, con negativismo absoluto de la situación que nos rodea. Mañana tarde y noche, durante 8 meses que llevamos.
Que aumentan los contagiados…claro cuanto mas PCR´s se hagan mas positivos aparecerán. Ser positivo no significa estar contagiado. Nos tratan como borregos y lo malo es que parece que lo somos.
El confinamiento de personas sanas limita las libertades y derechos humanos. Creando síndrome de estrés postraumático, alteraciones del patrón del sueño, alteraciones alimenticias, estados depresivos, suicidios, crisis de pánico, cuadros de ansiedad, estrés, hipervigilancia, pensamiento paranoide, fobias como la nosofobia (temor a que nos podamos enfermar) y trastornos psicosomáticos.
Las medidas adoptadas en cuanto a la forma de relacionarse generan sentimientos de desconfianza y hostilidad hacia los demás. Dificulta la empatía, la solidaridad y la ayuda al prójimo. Miedo a tus semejantes, incluido tu propia familia.
El debilitamiento psicológico de las personas como consecuencia de las vivencias de la pandemia influye negativamente en su sistema inmune. Lo debilita y aumenta las probabilidades de sufrir enfermedades.
La alteración en las dinámicas de juego de los niños, coarta drásticamente su naturalidad y espontaneidad en sus interacciones y en el aprendizaje, con terribles consecuencias sobre su desarrollo hacia la madurez. Impidiendo el desarrollo motriz y neurológico necesario para sus capacidades cognitivas. Lo que conducirá al desarrollo de adultos poco empáticos, inseguros, individualistas, temerosos y con bajos niveles de autocontrol y autoestima.
El respeto es fundamental en la convivencia, imponer conductas restrictivas es una falta de respeto por ser degradante, abusivo y humillante.
Espero y deseo que esta reflexión nos ayude ha encontrarnos y entender que este camino no es el correcto.