Me han llegado estas líneas que reproduzco sin comentario alguno, pues resultan suficientemente expresivas:
«Sí, mi instituto es uno de los cuatro que se han visto salpicados por este brote y la responsabilidad es única y exclusivamente de las personas que se han contagiado (alumnos del centro, muchos de ellos menores aún -pero con sobrada información de la capacidad de contagio y funcionamiento de este SARS-, y de los familiares que se lo han permitido) porque como esta coordinadora Covid les dijo a cuatro de estos alumnos (dos de ellas finalmente fueron al viaje y otros dos, afortunadamente y gracias a haber suspendido la asignatura de Lengua, no): «Os vais a Mallorca en busca del Coronavirus después de que durante meses, en el instituto, nos hayamos dejado la vida para que no os contagiéis y no contagiéis a vuestras familias».
Hasta donde pueda llegar mi testimonio en este rinconcillo, os contaré que este viaje -lamentable- no tiene nada que ver con el instituto (y puedo afirmar que con ninguno); la jefa del departamento de Actividades Extraescolares, Jefatura de Estudios y Coordinación Covid19 no han organizado ni mucho menos autorizado (puesto que ha sido ajeno al centro) semejante estupidez con forma de contagio masivo; no solo eso sino que además, la agencia de viajes que ha promovido este atropello sanitario les dio las fechas del viaje cerradas coincidiendo con los exámenes de la evaluación extraordinaria y se nos instó a que desde Jefatura de Estudios enviásemos a dicha agencia un documento donde especificáramos que algunos alumnos habían suspendido para que se les pudiera devolver el dinero puesto que ya lo habían pagado (sin sospechar que podrían suspender y tener que examinarse en las fechas marcadas para ello desde la dirección del centro); suma y sigue, esta jefa de Estudios adjunta tuvo un arduo debate con dos alumnas (una de ellas, al parecer negacionista) porque pretendieron que el equipo directivo cambiara las fechas de los exámenes para ellos poder irse cuando la agencia imponía; suma otra y sigue más, esta coordinadora Covid se tuvo que tragar como un sapo de dos kilos de gordo, las palabras de una alumna que cuando fue a recoger su orla y las de los compañeros/amigos que estaban en Mallorca, soltó un: «Estoy aquí por culpa vuestra porque si no llega a ser por el de Lengua yo estaría en Mallorca con los demás» y aunque me tragué el sapo, le contesté: «Si pasa algo en Mallorca tendrás que dar gracias al magnífico profesor de Lengua con quien tú sola has suspendido».
Recoge la noticia que los estudiantes han dicho que no les obligaban a llevar mascarilla. ¿Perdón?, ¿en serio?, ¿a estas alturas hay que «obligar» a futuros universitarios a llevar mascarilla?, ¿hay que obligar a casi adultos a cumplir una norma mundial?, ¿a qué jugamos?,¿vamos a dejarnos chantajear por un argumento tan infantil usado de forma torticera por personas que han jugado a ser adultos viajando a kilómetros de sus hogares para, no nos engañemos, cogerse una cogorza detrás de otra lejos de padre/madre?, ¿en qué quedamos?, ¿adultos o niños? Y voy más allá… Si no hubiera acabado el curso, ¿ahora estarían en el instituto poniendo en peligro a quienes se han desgastado protegiéndolos?
A veces pienso que el ser humano está mejor confinado. Luego pienso que la mezquindad es minoritaria y me consuelo un poco. Pero poco, porque si algo he aprendido este año, con toda la información que manejo como jefa de estudios adjunta, como coordinadora Covid y como rara avis que no entiende otra forma de vida que en sociedad, capaz de anteponer su grupo o a otro miembro de este frente a sí misma como ente individual, es que hemos vuelto a fracasar por culpa del individualismo, del egoísmo y de un egocentrismo mal gestionado.
Han sido nueve meses en los que he visto funcionar mi centro bajo un militarizado Plan de contingencia elaborado por una directora que jamás antes había hecho nada igual; nueve meses durante los que el profesorado ha trabajado por la mañana presencialmente y por la tarde atendiendo desde sus casas a los alumnos confinados; nueve meses en los que he visto el miedo en los ojos de mis compañeros, porque no olvidéis que los docentes somos el único colectivo (el único) que fuimos lanzado contra el coronavirus sin protección de ningún tipo; es necesario que sepáis que somos el único colectivo que hemos estudiado hasta cuatro protocolos, que sabemos usar medidores de CO2, que sabemos el plano de nuestro centro de trabajo para poder generar una ventilación cruzada que evite contagios, que hemos trabajado durante tres meses a menos de 10 grados y durante varios días a más de 28; han sido nueve meses de hablar semanalmente con un técnico de sanidad para controlar la pandemia en los adolescentes y sus familias; nueve meses en los que si la mayoría de las familias contagiadas han colaborado dándome toda la información para que los rastreos fueran efectivos, otras me han mentido descaradamente ocultando el foco para intentar enviar a sus hijos al centro o acortar los días de confinamiento; nueve meses en los que los coordinadores Covid éramos los encargados de cuidar y gestionar la atención a los alumnos con síntomas compatibles; han sido nueve meses en los que he confinado a casi 500 alumnos, docentes, personal de limpieza y auxiliares de control para protegeros (protegeROs) de los 68 positivos con los que hemos convivido en las aulas mientras no se positivaron; han sido los peores nueve meses de mi vida porque he tenido una responsabilidad que no me correspondía. Y estoy viva. Y la gente dice que lo hemos hecho muy bien. ¿Muy bien? Si lo hubiera hecho muy bien, la egoísta panda de mezquinos que se ha ido a Mallorca a hacer lo que les ha salido del nabo después de llevar nueve meses escuchando mis instrucciones y consejos, se habría quedado en su maldita casa.
Hasta aquí. Esta coordinadora Covid felicita a todos los coordinadores Covid porque han sido fundamentales en la «contención» de la pandemia y se despide del cargo, agotada y derrotada. Que después de nueve meses no reconozcan el «Carpe Diem» en Garcilaso tiene un pase… pero que se vayan al encuentro de la muerte, no.
A mí no me pillan en otra.
Sigo clamando en este desierto por una reforma efectiva del sistema educativo que nos devuelva las horas de Literatura secuestradas, de Historia y de Filosofía en la lengua en la que amamos (no a la que amamos) y que se dejen de nimiedades que conducen a crear adultos infantilizados, egoístas y flojos. Hace falta Pensamiento en una sociedad individualista que hace aguas por todas partes.
Ah, por cierto, mi EPI, sigue sin llegar.«
Kaixo, Vicente, hola
A mí también me ha llegado, pero, aún estando de acuerdo en el 99,9% no nos podemos olvidar que en esa crítica a los «que fueron», pipiolos/as/es, muy acertada, no se incluye la de los empresarios (transportes, hoteles… y gobiernos autonómicos), que se olvidan de la situación en la que vivimos porque «más cornadas da el hambre».
A mí me resulta algo similar a quien dice que las casas de apuestas no tienen nada que ver con la ludopatía… y las anuncian hasta la saciedad en medios de comunicación «democráticos» que siempre avisan «juega con responsabilidad», o que los camellos no tienen nada que ver con la drogadicción, porque si son buenos avisan «cuidado chaval, que esto puede hacer daño» o la hipocresía de3l gobierno que obliga a poner en todos los paquetes de tabaco el daño que hace el mismo, pero sigue cobrando unos impuestos especiales sobre el mismo… sin ánimos de dificultar su venta (excepto a los menores de 18 años»… siempre que no conozcan a alguien con la edad que se lo pueda sacar.
Que nadie me malinterprete. Estoy absolutamente de acuerdo y empatizo totalmente con la autora del escrito, pero creo que hay más temas que cargar la responsabilidad EXCLUSIVAMENTE, en los descerebrados de 17 años… independientemente de que aprueben o suspendan «Lengua española y Literatura»… que, además, si son madrileños, ahora tendrán a Toni Cantó para ayudarles en ese tema.
Un saludo
Estimado colega: estoy totalmente de acuerdo contigo.En efecto,más allá de la irresponsibilidad, hay que tener en cuenta los intereses entreverados…Gracias por el comentario.
Excelente la idea final de «Hace falta Pensamiento en una sociedad individualista que hace aguas por todas partes».
Es la clave. Se enseñan técnicas, no conocimientos. Se forman profesionales, no personas «sapiens». El Pensamiento ha desarrollado la humanidad.
La diferencia del ser humano con los demás seres es su capacidad de reflexión para decidir lo que más le conviene o solventar problemas. Y el sistema educativo ha derivado en una serie de pasos encaminados a preparar a los jóvenes para el sistema productivo, es decir, empleados-consumidores. No hay una educación hacia el ser adulto y libre, que lo será más cuanto más capacitado esté para pensar por sí mismo.
Toda mi solidaridad hacia tu educadora comunicante. Que su alerta no caiga en saco roto.
Muchas gracias por el atinado comentario con el que coincido totalmente.
Vivimos en una sociedad en donde no se ha enseñado a una gran parte de la ciudadanía que para tener derechos hay que tener obligaciones.
Estimado Vicente, cuando leo estas cosas y escucho esas soflamas sobre la «libertad», «secuestro» a unos jóvenes a los que han «sufrido» porque les han quitado un año de la mejor etapa de la vida etcetc. por haber estado confinados etcetc. Entonces me acuerdo de las muchas entrevistas que he hecho a sobrevivientes de la guerra y, no en pocas de ellas, y de manera coincidente, los ancianos me contaban que fusilaron a su padre cuando ellos tenían entre 12 y 18 años y tenían que ponerse a trabajar, a hacer de padres prematuros y de golpe, para ayudar a sus madres a sacar adelante lo que quedaba de la familia, dos, tres o hasta cinco hermanos más pequeños. Así sobrevivieron a la guerra, a una dictadura represiva franquista de cuarenta años, a la ignominia de una Transición «modélica», al olvido de una joven democracia… Pocos de ellos quedan vivos ahora (a algunos de ellos que no se los pudo llevar la represión franquista, se los llevó el covid) para presenciar este esperpento de algunos jóvenes. Cuando proclaman estas soflamas ¿de qué están hablando?. La sociedad tiene un grave problema de ser incapaz de focalizar y dimensionar las crisis ¿por qué? porque se piensa más en uno mismo, para uno mismo, por uno mismo y, sobre todo ello, por el afán de protagonismo. Hace falta más perspectiva, MAS MEMORIA.
Muchas gracias por el pertinente comentario. En efecto , creo que falta perspectiva histórica frente a la horizontalidad inmediata y amnésica en la que viven algunas personas.
Sin duda, don Antonio, sin duda.Está fallando la transmisión de valores…