«Ellos altos -incluso los bajos – de anchas espaldas , gruesos biceps arboresciendo de prietas camisetas y cuadriceps engastados en mallas oscuras envolviendo traseros altisonantes. Y calvos o semicalvos.
Ellas altas- incluso las más bajas por mor de altos tacones- luciendo escotes dieciochescos ambi-orientados y faldas cortas- cortísimas, componiendo dos triángulos, uno , equilatero invertido, de pechos generosos y otro, isósceles, que termina en piernas poderosas y alzadas. Y cabelleras más bien rubias y largas«.
Esta nota , tomada al azar , tras un breve paseo en medio de la galbana estival, hubiera dado mucho de sí para el Umberto Eco que escribía aquel magnífico Diario minimo en L´Espresso, y se podía haber titulado ,por ejemplo, «Appunti per una ricerca qualitativa sui nuovi modelli giovanili pandemici».
Pero , claro, uno no da para tanto y a lo más que puede aspirar es a hacer miscelánea provisional .
Y sin pretender profundizar mucho -¡Dr/ras. habrá para ello !- en las condiciones actuales de la juventud, agudizadas algunas por esta pandemia intermitente, los modelos estéticos a los que me he referido no dejan recordarme a los más tópicos en su más típica versión macho/hembra.
Un modelo de macho análogo al Madelman en versión Navy SEAL de gimnasio y tatuajes. Y un modelo de hembra análogo a la Barbie , en versión de enfermera de despedida de soltera.
Lo cual que, más allá de los esfuerzos pedagógicos y de las campañas de concienciación y de los movimientos de liberación, parece apuntar a un ejercicio de respetable libertad individual en directa hipersexualizacion en estos tiempos de trans-generación. Aunque, ¿ no se decía que cualquier estética era una ética?
Ya. Pues eso, que concluiría Paco Umbral.