CAMBIO CLIMÁTICO ( ¿culpables del?)

Un informe del IPCC de la ONU sobre el cambio climático que ha pronosticado que de continuar la dinámica actual, la temperatura de la Tierra subirá hasta 4,4 grados para el año 2100 , ha sido difundido por los medios de comunicación con palabras terminantes y aterradoras, sumándose así al tono de los breves milenarismos varios que han sido proclamados durante la pandemia del COVID-19.

No poniendo en duda la calidad científica del estudio, aunque manteniendo la sospecha de que acaso forme parte de una retórica global que vaya poco a poco legitimando las alternativas estratégicas de la electricidad y el hidrógeno, o la recuperación táctica de la energía nuclear, lo más señalado en las informaciones mediáticas está siendo la mención permanente como culpable al «ser humano» o a «La Humanidad».

Y claro, siempre que la culpabilidad recae en una abstracción como las apuntadas, se abren dos frentes de interpretación siendo uno la tapadera del otro.

Así en el primer frente se subjetiviza la culpa y por más que la mayor parte de la ciudadanía lleve tiempo reciclando en orden y atendiendo a las sugerencias de alimentación o movilidad sostenible, queda interiorizado que no se hace lo suficiente, un tanto como ante la crisis del 2008 se asumió acríticamente que se había gastado demasiado y que tocaba un desierto de austeridad.

Este frente tapa un segundo en el que se ocultan las grandes empresas multinacionales que no están dispuestas a perder beneficios a corto plazo y que incluso ha trampeado sus propios sistemas de «calidad ecológica», gobiernos negacionistas que se afanan en la supervivencia de su país a costa de todos los demás y, por fin. un sistema capitalista que, habiendo abandonado las correciones socialdemócrtas, da vía libre a un neo-liberalismo ciego y , en ocasiones, armado.

De manera que para no incurrir en errores del pasado ni asumir culpas que no corresponden, lo inmediatamente necesario sería no suscribir afirmaciones generales y abstractas que pueden valer tanto para un barrido como para un fregado, y pedir luego más matizaciones y más compromisos concretos…Pues el fregao está detrás y alguien solo pide que nos pongamos los guantes…

PEREZA (jurídica)

Mientras la tormenta meteorológica y sanitaria se va prolongando, se está colando en los media , como una serpiente de verano, un interesante debate sobre los aspectos jurídicos de la pandemia.

En esta misma sección , el blog Desmarcados, de José Ramón Blázquez se refería hace poco a esta cuestión, en EL PAÍS lo tocaba tangencialmente Daniel Innerarity, y el catedrático Juanjo Álvarez lo trataba in extenso en una larga entrevista en el periódico BERRIA.

Álvarez resumía su profundo análisis calificando de pereza jurídica, en su sentido más drástico que no eufemístico, la actitud general que se ha podido observar durante este último año y medio. Y la expresión no puede ser más adecuada si se repasan los avatares legales que se han sucedido en medio de las pugnas políticas más infantiles que se han podido ver desde la Transición.

Pues la pereza ha sido y es la característica de la práctica legislativa vernácula que siempre ha debido tener en cuenta la remora general de que para quienes se reclaman de verdades absolutas, los nuevos derechos siempre se convierten en deberes inmorales – véanse al respecto las cuestiones del aborto, del matrimonio homosexual o de la eutanasia, como buenos ejemplos. Y aún así todo estaría ya resumido en esa pereza jurídica de denotaciones macropolíticas que es el retraso en la renovación del Consejo del Poder Judicial.

Y si bien es cierto que la pandemia del COVID-19 ha activado recursos legislativos excepcionales debido a su gravedad y que es más que comprensible que no hubiera una amplia jurisprudencia al respecto, se ha echado en falta en más de una ocasión un criterio claro de cogobernanza acorde con la Constitución y, por otro lado, una labor de coordinación jurídica más eficaz.

Pues en este aspecto, como en los deteriorados ámbitos de la sanidad o de los servicios sociales, también se han podido comprobar deficiencias profesionales, pero asimismo, técnicas e infraestructurales.

Esperemos, en fin, que esta haya sido otra lección que quede pendiente para el próximo curso. Pues ya se sabe: contra pereza…diligencia.

CONECTAD@S ( a la nada)

«Vacunaron a mi hija adolescente hace dos semanas. A la salida no le dieron ningún justificante y, desde el día siguiente, hemos intentado tener al menos un certificado digital. Hemos recurrido a todas las vías posibles, presenciales y on line , a los servicios de atención ciudadana que o bien estaban colapsados telefónicamente o electrónicamente se remitían a sí mismos en un infernal y desasosegante círculo vicioso. Y hoy todavía no hemos conseguido nada…»

Todo esto me comentaba un buen amigo, a punto de anular la reserva de su viaje de vacaciones para el que le piden el mentado certificado.

En una columna anterior ,ya se dio cuenta de que la inversión en Sanidad Pública había descendido en un 50,7% durante los años de austeridad neo-liberal que siguieron a la crisis económica de 2008.

Y sin duda, esta escalofriante falta de inversión habrá repercutido en infraestructuras, medios técnicos propiamente sanitarios y , por supuesto, personal médico, habiendo sido la pandemia del COVID-19 la prueba de fuego en la que se han evidenciado, de repente, y a pesar del gran esfuerzo institucional desplegado, todas las insuficiencias, siendo quizá las más sonrojantes las relativas a la Atención Primaria.

Pero , a la vista de testimonios como el anterior, parece que la radical reducción de la inversión en la Sanidad Pública ha afectado también al personal administrativo y a la red electrónica que tanta importancia ha adquirido en el contacto con la ciudadanía.

Una ciudadanía que, sin embargo , ha continuado pagando sus impuestos y ha asumido severas restricciones salariales, y que a la hora de conectarse con la Administración, tiene en muchas ocasiones la desgraciada impresión de conectarse…a la nada.

A LA BÚSQUEDA (de la endorfina perdida)

Para el común de los mortales ( y de las mortales, of course) el 40 de mayo suele ser la fecha de quitarse el sayo y abandonar las prácticas deportivas indoor, sustituyéndolas por otras aeróbicas, salvo que se pertenezca a alguna élite esforzada y para-olímpica o para-límpica.

Y es que el deporte, en sus diversas modalidades y niveles se ha convertido más que en aquella nueva «forma de trabajo» que mentaba Ernst Jünger, en un a modo de religión civil, con sus dogmas, ritos e iglesias, que anticipó Émile Durkheim al principio del siglo pasado y confirmó luego Pierre Bourdieu en sus investigaciones sociológicas.

Y como en toda religión , sea civil o tradicional, hay también en esta creyentes no practicantes, practicantes no muy creyentes y, por supuesto, muy creyentes muy practicantes, al modo de los hikikomori japoneses pues si bien estos últimos no salen de casa abducidos por sus pantallas, aquellos no paran en ellas, bajándose de la bici para subirse al ala delta.

Durkheim, que era un racionalista más intuitivo que empírico – porque no pudo o no le dio tiempo- definió el momento álgido de las celebraciones religiosas como singulares «fenómenos de efervescencia colectiva» y algo de todo ello debe de haber en las cordadas de montañeros o en los pelotones ciclistas, pues salvo error de cálculo somático u omisión de la debida prevención, quienes participan en estas tenidas de esfuerzo compartido, se revelan luego transformados ( y transformadas, of course) por la catarata de endorfinas desplegada, dando buena cuenta de ello en sus posteriores relatos apologéticos..Y claro, una vez probada la fruta prohibida – ¡ Seréis como dioses!- ya solo se quiere volver a repetir la experiencia una y otra vez, ritualmente .

Any way, bienvenida sea esta nueva religión que al menos sitúa la trascendencia a la vuelta de la esquina y no en las postrimerías , y que entre tanto, como todas las religiones que en el mundo han sido combina de manera espléndida el ocio y el negocio, a la búsqueda de la endorfina perdida y hallada en el templo del deporte…

LUCHA ANTI ( ¿Covid/ terrorista?)

«Tal y como se plantea esta cuestión creo que va a dar para mucho y para mucho tiempo, pues no hay nada mejor para coartar todo tipo de libertades que señalar a un enemigo interior y además internacionalizado».

Estas palabras las pronunció un reconocido politólogo referidas a lo que en su momento se denominó «lucha anti-terrorista», un cajón de sastre ideológico- militar en el que cabían muchas y diferentes variables.

Curiosamente, tales palabras y los argumentos subsiguientes son perfectamente aplicables a la «lucha» contra la pandemia del COVID-19.

Pues en efecto, este coronavirus singular causa terror por sus dos condiciones inmediatas ya que , por un lado, se ha convertido en un enemigo interior desde el punto de vista social y , por otra parte, se trata de un enemigo internacionalizado, como claramente viene a exponerse cada día en los medios de comunicación.

Y en cuanto a las consecuencias políticas de esta lucha anti-pandémica, está claro que más allá de su bondad sanitaria ,supone un sistemático recorte de libertades ciudadanas en una continua pugna entre los tres poderes del Estado que pretenden defender el garantismo democrático.

A lo anteriormente habría que añadir que la denotación íntima de este nuevo enemigo terrorífico que no conoce fronteras ,puede generar además una aceptación acrítica de normas y sugerencias restableciendo la aceptación de un régimen disciplinario con opción de utilizarse para otros fines y no precisamente sanitarios.

En fin, sin poner en duda la política sanitaria de obligado cumplimiento ni suscribir ningún planteamiento negacionista, hay que concluir que no deja de ser sorprendente este conjunto de analogías entre la lucha anti-terrorista y la lucha anti-pandémica…

CALONGE (un «poble de llibres»)

Calonge (Baix Empordà)

Según cuenta Antonio Iturbe en el suplemento Cultura/s de La Vanguardia, el Ayuntamiento del municipio ampurdanés de Calonge ha decidido llevar adelante la iniciativa «Calonge, poble de llibres», subvencionando la instalación de siete librerías que además puedan convertirse en sendos centros culturales, organizando lecturas en vivo y presentaciones.

Se pretende así matizar la oferta turística de la zona que , al parecer, se ha vuelto demasiado típica y tópica, pero también desarrollar una oferta singular de hibridación cultural, de manera que quienes visiten ocasionalmente el pueblo y alguna de sus nuevas librerías puedan luego fidelizarse por medio de las redes electrónicas.

A la iniciativa se han presentado setenta proyectos muy variados ,encabezados por librerías tradicionales como la Llibreria 22 de Girona , Libelista, que opera fundamentalmente por internet,o incluso una propuesta de «librería cálida y feminista».

Ciertamente este proyecto del Ayuntamiento de Calonge puede llegar a ser modélico sobre todo en la medida en que se pretenda reformular ,poco a poco y en diversas variantes,el esquema turístico de sol y playa heredado del franquismo que , como se ha podido comprobar, más allá de desastres urbanísticos y degradación gastronómica, es demasiado dependiente del tiempo…y de las pandemias.