Si, ya lo sé, el título suena a foucaultiano ( del filósofo Michel Foucault que no del físico del péndulo- Leon Foucault- como lo confundió en su momento un desaparecido y poco ilustrado liberal vasco) y verdaderamente lo es.
Pues , en teniendo una mínima sensibilidad formal que decía Paul Valery, el discurso que viene oyéndose sobre la pandemia viene a mostrar demasiadas torpezas.
Así, esa obsesión que se impuso desde el principio en feminizar la enfermedad- LA Covid- recurriendo a uno de los tópicos más torpes de nuestro background que equipara lo femenino con lo maligno.
Y luego la manía de argumentar con números y coordenadas , mayormente inescrutables para el personal sin conocimientos científicos pero que transmite la autoridad de lo inefable verdadero , como antaño ocurría con lo que se proclamaba desde el púlpito.
Y después el monótono y reiterativo llanto y crujir de dientes sobre los ingresos hospitalarios y la situación de las UCIS, como si , y salvo el oportuno reconocimiento del personal sanitario, la ciudadanía debiera servir al sistema de salud y no al revés como es lo de sentido común.
Y, por fin la amenaza global y apocalíptica de colapso demográfico,económico, social y hasta psicológico, reduciendo a polvo las ideologías en favor de la tecnocracia- como quería el extinto Gonzalo Fernández de la Mora- y convirtiendo la división de poderes en antigüalla decimonónica, como deseaban – y desean -todos los autoritarismos que en el mundo son y han sido.
Uno de los efectos de este orden del discurso plano e infantiloide es la generación de una culpa colectiva inaudita que deja entrever que quizás haya sido el personal de a pie el factotum de la pandemia y acaso del virus mismo. Una culpa que aceptada no libera si , como está ocurriendo, no cesa de ampliarse hasta llegar a la intimidad de los hogares en sucesión de test de antígenos, y que no aceptada provoca resistencias numantinas ante cualquier recomendación de prudencia, cuando no excesos multitudinarios deliberados.
En fin , que, sin poner en duda el obligado cumplimiento de lo aprobado por los poderes legítimos, los thinktank que asesoran a los mandamases deberían replantearse su conseja que más parece propia del cuñadismo o de la cuenta de la vieja que del siglo que nos informa… A no ser que pretendan conseguir lo que desgraciadamente está ocurriendo: acumular una culpa social elefantiásica susceptible luego de ser catartizada como plusvalía política…
¡ Ah, el orden del discurso !
Don Vicente, mi señor hijo Ibon Gutierro Aduriz es el Director de Investigación de Laboratorios Farmacéuticos Rovi que recientemente ha sido aupada a la lista del Ibex 35. En sus instalaciones fabrican y envasan la vacuna Moderna para todo el mundo excepto para USA. Desde el inicio de la pandemia me ha ido dando su opinión sobre la posible evolución y la situación real de cada momento en el mundo. Gracias a ello he podido comprobar la cantidad de despropósitos que se han dicho al respecto. Medios de información y opinadores de toda laya se mueven al sol que más calienta por no decir que están «dopados» económicamente. En cuanto a los poderes políticos nunca se han atrevido a decir las cosas tal y como iban siendo. Resultado, el descrédito de unos y otros es colosal que diría nuestro común Pla.
Estimado don Antonio: más vale que tiene usted una fuente directa sobre lo que otros – como yo mismo- hemos de deducir indirectamente reflexionando sobre las particularidades del discurso de opinadores y políticos. La conclusión, no obstante, parece ser la misma y no es otra que un descredito público- ¡ colosal!- que en nada favorece la acción conjunta y coherente frente a la pandemia…Y muchas gracias, como siempre, por su comentario.
Hola, Vicente y Antonio.
Hacía tiempo que no participaba, pero sigo leyendo el blog y las interesantes aportaciones de Antonio.
En este punto y en este artículo hay dos cosas, con las que coincido, que a me llaman la atención especialmente:
La primera es la «la manía de argumentar con números y coordenadas , mayormente inescrutables para el personal sin conocimientos científicos pero que transmite la autoridad de lo inefable verdadero»
Efectivamente, se dan números que a la mayoría no nos dicen nada, pero que por mor de la segunda «acumular una culpa social elefantiásica susceptible luego de ser catartizada como plusvalía política…» esconden los realmente interesantes, y comprensibles para la mayoría, esto es: ¿porqué no se dan los números del personal de nueva contratación (descontando jubilaciones y enfermos crónicos) que han hecho los sistemas sanitarios públicos (Osakidetza en nuestro caso) desde que empezó el cola-cao? ¿porqué no vemos los números de los cambios, y la inversión correspondiente, en infraestructuras sanitarias desde que empezó el cola-cao? Sospecho que la respuesta, como en eso no somos culpables los ciudadanos y ciudadanas, es de una tercera dimensión.
Está claro que el tema «es la política, idiotas», como ayer mismo se podía leer en este periódico: «PNV y PSE no sufren desgaste y reeditarían su mayoría absoluta. (…) la gestión de la pandemia no causa desgaste entre los socios al frente del Ejecutivo de Iñigo Urkullu en tanto que PNV y PSE volverían a reeditar su mayoría absoluta con exactamente los mismos escaños que obtuvieron en los últimos comicios al Parlamento Vasco»… ¡¡está claro!! la culpa es de la sociedad, porque ellos lo bordan, y lo dejan «niquelao»…
Yo tengo un miedo atroz a que un día, cuando ya no tengan a quien echar la culpa, decidan que las barbas impiden que las mascarillas cierren y protejan correctamente, por lo que «por el bien colectivo vemos la conveniencia de prohibir el uso de la barba… pero sólo hasta que pase la decimotercera ola de la pandemia»… No sé si estoy dando ideas a la autoridad.
Un saludo
Como siempre, atinadas reflexiones. Y sí, otras cifras, más comprensibles, darían lugar a otras interpretaciones, pero acaso – seguramente- perjudicarían el statu quo..
Muchas gracias por el comentario y el seguimiento.