Abro las ventanas para orear la casa y, de paso, cumplimentar una de las indicaciones que no han variado sobre la profilaxis anti- COVID-19, y compruebo que el agujero continúa ahí, como el dinosaurio de Monterroso.
El agujero no es otro que el resultado del derribo quirúrgico de la Escuela de Magisterio diocesana- BAM – que sucumbió durante el verano a la piqueta, entre protestas vecinales, dictámenes jurídicos sobre la legalidad de una recalificación de suelo urbanístico, ambigüedades de los promotores de la nueva construcción – algunos , al parecer en precaria situación financiera – y caídas de ojos del nuevo obispado.
Recuerdo en este punto que, por otra parte, esta Diócesis de Bilbao ha resultado ser, según un conspicuo estudio, una de las más transparentes de la Iglesia Católica Española, y me congratulo por ello pues así estará garantizada la oportuna documentación, cuando los historiadores de la Villa deban dar cuenta de lo que ocurrió con esta operación inmobiliaria eclesial in illo tempore que ahora es el nuestro.
Y en este nuestro tiempo me llegan noticias de que otra gran Iglesia Católica, en este caso la francesa, está teniendo que vender muchos de sus bienes para indemnizar a las 330.000 víctimas de abusos sexuales contabilizadas desde 1950–en su mayoría menores de edad– cometidos por clérigos o personal de instituciones de la Iglesia como escuelas o campamentos juveniles.
Claro que , en nuestros lares, la posible venta de bienes inmobiliarios para los fines señalados u otros, no es sino el final de una tobera permanente alimentada en su entrada por una lista de inmatriculaciones que no cesa, algo inconcebible en una República Francesa en la que la Iglesia y el Estado son desde hace mucho tiempo entes perfectamente diferenciados: consecuencias de haber abandonado el Antiguo Régimen hace más de un par de siglos
Y sin menosprecio alguno de la fe, que tantas y diversas religiones alimenta, tradicionales y civiles – como bien apuntó en su momento Durkheim- ni de los creyentes que en ellas encuentran un sentido para sus vidas, no deja de quedar la duda de si el nuevo papado, franciscano a fuer de jesuítico, será consciente de estas operaciones inmobiliarias especulativas que , en puridad, no parecen responder a la moral cristiana y que ya estarían mal vistas, cuando no condenadas…desde León XIII…
Los antiguos papas tenían un «catador de alimentos» de confianza. El papa Francisco quizá debería buscarse uno de mucha confianza…
Sí, uno de mucha confianza…Gracias por el comentario.
Tengo la tenue duda de si el papa Francisco es más un hombre de grandes y ampulosas declaraciones que de hechos concretos
Por sus obras los conoceréis…Un cierto cambio si se va notando en relación a la aceptación de los casos de pederastía, de la presencia litúrgica de las mujeres, del cambio climático, de la no promoción de los purpurados más problemáticos ( como en el caso de Munilla)…En fin, algo se mueve, muy lentamente…Gracias, como siempre, por el comentario.