«Procurad también que, leyendo vuestra historia, el melancólico se mueva a la risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invencion, el grave no la desprecie ni el prudente deje de alabarla»
Esta es la larga frase que he encontrado subrayada en la página por la que ha quedado abierto el primer tomo de Don Quijote de la Mancha cuando se ha caído de una estantería, mientras , O my god!, buscaba una vieja edición del Tao Te King ( ahora Dào Dé Jīng )
Y es que esta manía ya disciplinada de rodearme solo de autores ( y autoras, ) muertos y bien muertos – a salvo los contemporáneos, si de amigos o de recomendaciones amicales se trata – me lleva a enfrentarme a estas sorpresas anteroretrógradas pero sin duda felices, pues veo en ellas la mano del kairós, de esa oportunidad que no es sino un rayo de luz eterna sobre la torpe sucesión del tiempo cronológico.
Y claro, ante la concisa precisión cervantina, he estado meditando sobre si estas columnillas cumplen o, mejor, pueden cumplir con tales requisitos cuando he de contar esas historias sobre los alfoces ideológicos y políticos de la pandemia del COVID-19, sobre la oscurantista especulación inmobiliaria de la Iglesia que nos informa o acerca de la memoria desmemoriada del franquismo transmitida de hoz y coz ( y no sobra ni la hoz ni la coz).
Y he llegado a la conclusión de que con que «el melancólico se mueva a la risa» – añadiendo la corrección histórica oportuna, o sea, incluyendo a «la melancólica»- ya puedo tener suficiente y sobre ello prometo enmendarme, apartándome de esa «ira brevis» que me precipita del empeño al despeño – que diría mi otro sí admirado Baltasar Gracián.
Pero, recolocado el Quijote en su sitio (preferente), ha resultado que sin tener mucha conciencia de ello iba yo buscando una cita de Lao Tsé ( ahora LaoZi) que dice: «recto pero no tajante, anguloso pero no hiriente, firme pero no insolente, claro pero que no deslumbre»… Y , uf, ya no he podido soportar ( en sentido sportif) tanta sabiduría…
Pîenso que el escribir es ir dejando trozos de ti por la senda en ese caminar sin rumbo que, en gran parte, es la vida.
Un caminar sin rumbo…Gracias por el comentario.
Personas muy sabias y también muy exigentes a pesar de su sabiduría, que contrasentido ¿verdad? Tus artículos me ayudan a meditar y articular mis razonamientos, que es mucho. Gracias.
Gracias por el comentario.