Ha muerto ya en la ochentena Alain Krivine ( 1941 – 2022), el gran líder europeo de la IV Internacional, un trotskista puro y duro, salido de las barricadas de mayo del 68
Como sus compañeros de viaje ya han repasado cariñosamente su vida,tan solo puedo aportar un testimonio ocasional, pero que en su momento me resultó muy interesante.
Y es que yo le entrevisté allá por el año 1978 con ocasión del I Encuentro de El Viejo Topo que se celebró en otoño en Barcelona y en el que participaron junto a Krivine gentes como Fernando Claudín , Ernest Mandel ,Gunder Frank, Lucio Magri, Ettienne Balibar o Gabriel Albiac, o sea ,lo más granado del pensamiento alternativo del momento.
Como mi inclinación in illo tempore era maoísta, y a la sazón aquello era más que un matiz, hubieron de intermediar mis amigos Silvia Fernández y Michel Sabalza- que además ejerció de fotógrafo.
Para no generar un intertextualidad inútil, prefiero ahora transcribir literalmente algunos párrafos referidos a este encuentro, extraídos de un dietario titulado 1978- El cuaderno rojo que algún día, quizá, vea la luz de las páginas impresas:
(30 de setiembre)
«Krivine es alto y serio y con su cazadora negra de cuero se asemeja más a un motorista o a un aviador que a un dirigente político. Habla pausadamente. Toda la conversación gira en torno a la profundidad del cambio que se avecina. Krivine piensa que tan sólo es una muda aparente que es lo que suele ser la implantación de un sistema democrático liberal. Apenas le pongo objeciones, pero supongo que para alguien como él que ya vive en una democracia republicana lo que aquí está pasando no tiene mucho interés si no es como un paso hacia la revolución y el socialismo. Para mí también tendría que ser así, pero lo cierto es que no lo es .
Hablamos de varios temas. Sobre la cuestión nacional, cita el caso de Quebec y Canadá. Y por fin,desembocamos en la polémica sobre la Constitución española que se está redactando. En este punto, Krivine es muy claro: “Debemos rehusar toda constitución que emane de la burguesía porque no es sino legalizar la explotación de los trabajadores. Para nosotros no se trata de elegir el color de la prisión, sino de romperla»…
Desde entonces han pasado muchos años. Mayormente, unos cuantos y unas cuantas han descubierto a lo largo de estos decenios que no eran revolucionarios, sino simplemente antifascistas. Y «ese es un descubrimiento que muchos hemos hecho después de morir Franco y no nos lo hemos clarificado suficientemente a nosotros mismos”,como decía por boca de uno de sus personajes Manuel Vázquez Montalbán.
Pero otros sí han seguido siendo revolucionarios, manteniendo la cazadora de cuero negra frente a la chaqueta de pana de mielero o a todo tipo de chaleco o de corbata, y ejerciendo de esa figura siempre tan necesaria de disidente crítico, de im/pertinente maverick… Como Alain Krivine…
Las teorías políticas de este o de aquel personaje si se llevan a la práctica y fracasan o el tiempo se encarga de ponerlas en su sitio no tiene la más mínima repercusión para el titular. No paga por su error. En cambio si un médico hace mal un diagnóstico, o a un arquitecto se le cae un edificio o a un ingeniero un puente, la sociedad no es tan benévola con él. Normalmente paga las consecuencias de una u otra manera. Aquí el que la hace la paga.
Krivine fue más un ideólogo, con un perfil muy acusado, que , por supuesto, aunque también , un político. Su valor como tal , por lo tanto , no ha residido en el acierto o no de la puesta en práctica de sus teorías- no ha habido ningún Estado trotskista– sino más bien en la crítica de las diveras versiones del socialismo.
Recuerdo lo que dijo un determinado director de cine español «Quien sabe hacer cine, lo hace, quien no, lo critica». Pues eso.
Ya le entiendo, don Antonio, pero ¡cada uno y cada una hacen lo que pueden!…Y » no se pueden pedir peras al olmo»