«En un mundo espectacular y significamentoso, buena parte de nuestras sensaciones más personales, deseos , emociones y conocimientos dependen cada vez en mayor grado, de esa eidosfera mediática y no del contacto o inmediatez con lo real…»
Y pues iba yo por la Gran Vía recordando palabra por palabra este párrafo tan denso del libro La risa del espacio, de mi colega de la UNED Luis Castro Nogueira, que había utilizado como cita en un ensayo in pectore que estoy escribiendo sobre este nuestro mundo virtual que nos rodea con sus redes- «Zoon elektronikón – Avatares de la posmodernidad» que acaso se intitulará – cuando he decidido hacer un alto en el camino y tomarme un buen café con leche y el correspondiente bollo de mantequilla.
Por lo general, esta deliciosa combinación que rememora en dulce el severo y salado hamaiketako de mi abuelo Vicente (Huici Lizarraga), suele estar acompañada por la lectura ojeada y hojeada de algún periódico en papel y en esta ocasión , ocupados con perfidia todos los demás, no he podido tener a mano (en sentido casi heideggeriano) sino el MARCA, el diario más vendido del país – sea este el que sea y con perdón.
Pues bien, casi se me ha atragantado el bollo cuando en medio de breves sobre fichajes, desafueros y lesiones , me he enterado por una columnilla lateral de que «ya en la pasada cita de la fórmula E en Riad volaron unos cuantos misiles que fueron interceptados y que en Arabia, dicen por desgracia , es casi diario». Y a pesar del lío de comas, me he enterado de que desde el año 2014 hay una lucha soterrada entre Arabia e Irán por el control de Yemen y de que , por ejemplo, durante el fin de semana pasado en el que se celebró el GP de Bahréin, los huties resistentes yemenies «dispararon misiles y drones contra las instalaciones de la petrolera estatal saudita Aramco»…
¡Caramba!- me he dicho a mí mismo en mi mismidad mismamente- ¡Otra guerra más de la que no tenía ni idea! Pero luego he comprendido que , a fuer de no ser un experto en relaciones internaciones – ni que nadie lo esperare- la ausencia de noticias al respecto se podía deber, así lo consignaba como de tapadilo el columnista, a que nadie en este conflicto «tiene el apoyo de EEUU».
Y claro, uno no ha podido evitar comparar esta ausencia mediática de largo recorrido con la inminencia mediática en ocasiones tan apologética por ambas dos partes, en relación a la guerra de Ucrania.
Y he vuelto para casa , a cumplimentar mis labores jubilares del otium cum dignitate, retomando in mente,las palabrillas del colega Castro Nogueira, y sobre todo aquellas que manifiestan nuestra impotencia ante Lo Real, sea lo que sea el Tal. Pues eso, oiga…
Sinceramente, cualquier texto en el que se introduzca la expresión «bollo de mantequilla» queda inmediatamente marcado (casi, manchado) con un punto de luz que apaga todo lo demás, inmediatamente eclipsado… Es como una puerta abierta a otra dimensión, gozosa y bienaventurada.
Como el elefante en la habitación, pero al revés.
Gratitud eterna a sus creadores y recreadores.
En efecto…¡Gratitud eterna! y sobre todo de quienes ,como es mi caso, veníamos del severo bollo suizo…Gracias por el comentario.
«un buen café con leche y el correspondiente bollo de mantequilla» ¡Ojo con el colesterol don Vicente, cuídese!
Tomo nota, don Antonio!Pero mi «identidad-cabe-Bilbao» así me lo exige.Gracias por su cumplido seguimiento…