Un buen amigo me ha enviado esta mañana una grabación de Grândola Vila Morena -de José «Zeca» Afonso – en versión de Amália Rodrigues .Y la he escuchado de nuevo con un difuso placer melancólico. Pues esa canción ,como ya está recogido en los anales de la Historia, fue el desencadenante de los movimientos ,por supuesto militares, que iniciaron la Revolución Portuguesa de 1974.
Aquella Revolução dos Cravos se convirtió desde el punto de vista político en una constatación de que podía caer el penúltimo régimen autoritario de la Europa no comunista ,y también la muestra manifiesta de que algo así podía ocurrir en la España tardofranquista.
Pero de la misma manera que todo aquel gran movimiento abocó en una revolución burguesa en tono mayor ,despegándose de cualquier acento revolucionario más avanzado , no dejó de tener la virtualidad de formalizar un sentimiento de cambio radical ( ¿ hacia el Socialismo?) que necesitábamos («algunos y algunas» como solía decir Agustín García Calvo ) por estos alfoces .
Y es que acaso es esa expectación lo que más atrae del fenómeno revolucionario, esa esperanza en un una transformación radical abierta a todas las posibilidades , un sentimiento que ya expresó Inmanuel Kant en su celebre texto Qué es la ilustración ,años más tarde estrechamente glosado por Michel Foucault, y finalmente estirpado por este último a la luz de los descubrimientos de la Escuela de Annales francesa que no confiaba mucho ( en realidad, nada) en todo aquello que se inscribiera momentáneamente en la larga duración socio-económica.
Pero aún así y a pesar de todo,Grândola Vila Morena y la Revolución de los Claveles continúan suponiendo un antes y después para un par de generaciones que vivimos el mito de la revolución aunque solo fuera como guía de acumulación de fuerzas anti-fascistas ,pues, como muy bien advirtió Manuel Vázquez Montalbán, es muy posible que no hubiera tantos revolucionarios y revolucionarias pero si los suficientes como para intentar matizar un nuevo intento de revolución burguesa, esa todavía revolución pendiente en estos lares que siguen amparados en gran medida por el Trono y el Altar.
Vicente:
Me encanta de que te hayas acordado de esa revolución, quizás la última «romántica», puesto que no creo que haya muchas revoluciones donde no se derramara una sola gota de sangre, excepción hecha de los manifestantes que mató la PIDE (creo recordar que fueron 4 o 5). Los portugueses mantuvieron durante mucho tiempo los agujeros de las balas en la fachada del edificio para que nadie se olvidara, y decían, con orgullo, «os únicos tiros disparados pelos revolucionários».
Por otro lado, me has generado una duda, aunque no grave, porque yo siempre había pensado que la canción que suponía la segunda fase de la revolución había sido «Grândola Vila Morena» cantada por su autor, Zeca Afonso, especialmente teniendo en cuenta que Amalia Rodrigues, a la que admiro, no era notoriamente contraria al Salazarismo (por mucho que haya quien diga que había ayudado económicamente al Partido Comunista Portugués en la clandestinidad) Lo cierto es que tras la revolución de los claveles desapareció, artísticamente hablando.
En cualquier caso, y a pesar del deambular posterior de la revolución y de lo revolucionarios… o eso, la Revolución de los Claveles sigue siendo un referente para mucha gente y para muchas cosas.
¡¡Que bien lo expresó Lluis Llach en su magnífico «25 de Abril»!!
En efecto, la canción es de José «Zeca» Afonso. Así lo haré constar para evitar dudas. Muchas gracias .
¡Qué mayor debo de ser, me acuerdo de todo aquello! Por aquí por casa andará un libro de don Antonio de Spinola (con su monóculo) «Portugal e o futuro». Pobre hombre, no acertó ni una. También recuerdo a Otelo Saraiva de Carvalho dando alguna conferencia en el Ezker Toki de Rentería, creo después de haber pasado por la cárcel porque «quiso seguir con la revolución». Creo que al final el ser humano necesita «soñar» con algo. No estamos hechos para andar solos por el mundo arrastrando nuestras miserias.
Pues sí, ya somos, al menos usted y yo, un tanto «mayores», y recordar todo aquello no viene, creo, mal, pues formó parte de nuestro imaginario.Gracias por el comentario.