Nada como los ritos para reactivar el sentido comunitario – esto ya lo sabía y muy bien don Émile Durkheim – y más si se da de comer y de beber.
Así que ayer fue largo día de paellas festivas en AndraMari, como fue breve pero intensa la excursión marítima de acompañamiento a la Virgen del Carmen ( gracias, Pablo y Arantxa) – sin aceptar del todo las teorías de mi estimado y desaparecido amigo Andrés Ortiz-Osés, defensor del matriarcalismo vasco ( matriacarlismo que le decía en la intimidad) es necesario reconocer que en estos lares casi nada se hace sin advocaciones marianas.
Así que comimos y bebimos bien y repasamos últimos susedidos y anécdotas varias.
La mejor de estas últimas se escuchó a la hora de compartir el zurracapote apriorístico, pues alguien ( gracias, Ricardo) comentó que al vino tinto ( o vermouth), el azúcar, la canela , el limón y los melocotones troceados ,la tradición indica que hay que añadir una larga uña del encargado de su preparación para darle el toque final y personal – nadie confirmó o desmintió este aspecto.
Las paellas, pues hubo dos, como el año pasado , distinguiéndose el mar de la montaña, estaban riquísimas- gracias Santi y Adelaida- y fueron continuadas de unas pastas exquisitas ,café y un gin-tónic algo rebajado y opcional.
Se habló luego en conversaciones ambidiestras, del fresco meteorológico de hogaño en comparación con el calor desasosegante del año pasado, de las carabelas deambulantes, así como de asuntos de actualidad , tal que el poliamor en sus vertientes físicas, metafísicas y políticas.
Y, poco a poco, entre besos y abrazos, la comuna se fue dispersando, aunque, como en el famoso cómic de la aldea gala de Goscciny y Uderzo , un pequeño grupo de irreductibles, desafiando a la familia, el municipio y el sindicato ,se encaminó hacia la campa ermitaña esperando una transubstanciación milagrosa y con el secreto objetivo de elevar la edad media de sus ocupantes hasta los veinticinco años…
(c) by Vicente Huici Urmeneta
[Nihil obstat by Mtx.]
Igual es una barbaridad pero yo el zurracapote siempre lo he bebido con vermouth y no con vino tinto. Lo mismo es un desastre.
También, también…Por estos lares así se hace…
Leyéndote he vuelto a disfrutar mi día de paellas, añadiendo matices que me perdí (igual estaba haciendo café?). Me parece increíble pero maravilloso que sigamos disfrutando la amistad cuadrillera con la misma intensidad e ilusión de los veinte. Gracias Peli!
Aí es, en efecto,Adelaida, lo más maravilloso es disfrutar de esa amistad cuadrillera…Y, además, para mí, luego poder contarlo. Pero nada de todo eso sería posible sin vuestra tenaz iniciativa …Eskerrik asko!