Y hoy, bajando de nuevo lentamente el puerto de Lizarrusti, he recordado a Silvia, signo de sí misma y de toda una época…
No sé por qué, pero los últimos veranos se han convertido en tristes ocasiones , opacando el calor y el viento sur con las frías humedades de los tanatorios.
Y es que en esos últimos veranos he tenido que despedir a unos cuantos y buenos amigos con los que había compartido sueños de juventud y proyectos de madurez.
Y sí, ya sé que es «ley de vida» aparecer y luego desaparecer en este mundo a veces tan inmundo, pero aun así, y sin mayores pretensiones trascendentales, la muerte de gentes más cercanas tiende a dejar un vacío que por mucho que se vuelva a llenar, emerge cuando menos se lo espera.
Hace ya cinco años murió Silvia Fernández Viguera, historiadora , militante feminista y muy querida amiga . Tras asistir a su despedida, escribí estas palabras :
«La ceremonia ha sido breve. Han tomado parte quienes te han acompañado hasta ese final que es la muerte inesperada ,pues la muerte siempre es de los demás y casi siempre, inaceptable.
Han hablado, por supuesto, de tu larga trayectoria como investigadora y militante feminista y han recordado cómo hace apenas unos días se conmemoraban los veinte años de la publicación de aquel libro fundamental titulado Ellas, las mujeres en la historia de Pamplona.
Tras el canto del «Zutik emakumeak» ,me he marchado discretamente. Sin más.No podía quedarme. Y luego he vuelto conduciendo lentamente por las curvas de Lizarrusti. En lo alto del puerto me he detenido .Sentado a la sombra, sobre las ruinas de la vieja venta, todavía con el regusto de la txistorra que había almorzado en Arbizu- ¡esa txistorra que tanto te gustaba! – he estado recordando todo lo que me has enseñado a lo largo de tantos años y también todo lo que nos hemos reído juntos .Y me he adormecido acunado por un suave viento sur y el repiqueteo lejano de unas esquilas.
Después, me he despertado de pronto, he mirado el reloj y he continuado mi camino.
Te han despedido con un alternativo «¡Nos veremos en el infierno!» – supongo que por aquello de que » las chicas malas van a todas partes»- , pero yo creo que debe haber un pedacito de cielo sólo para tí.«
Y hoy, bajando, de nuevo lentamente, el puerto de Lizarrusti, me he acordado de ellas…Y he recordado a Silvia, signo de sí misma y de toda una época…
(c) by Vicente Huici Urmeneta
Precioso texto, Vicente. Gracias por compartilo.
Gracias a ti, por el seguimiento.
Efectivamente, Vicente. Precioso y emotivo texto.
Seguramente hay que ser muy buena persona para tener amigos que escriban algo así, aunque yo no conocí a Silvia, gracias a este escrito la siento próxima.
Eskerrik asko
.
Muchas gracias.
Como muy bien dijo Borges: La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene…
Lo que son las cosas. Leyendo lo de las ruinas de la venta de Lizarrusti , que creo que se llamaba Txarragorri , me acuerdo que allí hace más de sesenta años comenzó mi relación con Aralar. No quiero dejar de recordar a Don Inocencio Ayerbe. Uno de los tres navarros que tuve la suerte de conocer y que hicieron muy bien en nacer.